«Atentados» terroristas o cui prodest

Cada vez que se produce un “atentado” islámico en territorio occidental, la principal preocupación de los grandes medios de comunicación no es centrarse en el estado de las víctimas, sino en insistir en que estos ataques terroristas nada tienen que ver con el islam, puesto que ésta es, en las inolvidables palabras del Papa Francisco, una “religión de paz”. El motivo real de estos ataques, afirman los defensores del islam, habría que buscarlo no en la religión de Mohamed, sino más bien en la situación de frustración social, pobreza y exclusión en la que viven muchos musulmanes en Europa.

En esta primera mitad del año 2017 estamos siendo testigos de continuos atentados en territorio inglés, en concreto en la ciudad de Londres. Sin embargo, los abogados de los derechos sociales de los musulmanes en territorio europeo tienen aquí bastante complicado excusar estos hechos con motivaciones sociales,  puesto que la “integración” musulmana en la capital inglesa es una realidad. Sólo hay que recordar quién es su alcalde: Sadiq Khan. Para los defensores de la victimización, éste es un desagradable escollo, pero, a su vez, es un hecho de vital importancia para la comprensión de la verdadera faz del islam. En efecto, como toda ideología totalitaria, el supuestamente inofensivo islam manifiesta su genuino ser cuando alcanza el poder y puede abandonar la retórica pacifista, tolerante y de concordia o, como ellos mismos afirman, la taqiyya y actuar como realmente es. Un ejemplo paradigmático han sido las diversas reacciones al reciente “atentado” producido ante una mezquita en Londres la noche del 18 de junio de 2017.

Así, mientras que el alcalde de Londres, Sadiq Khan, manifestaba en una entrevista concedida al diario The Independent el 22 de septiembre del 2016 que los atentados terroristas constituían una “parte integrante” de la vida en grandes ciudades como la londinense y calificaba en su cuenta de Twitter el atentado perpetrado en las cercanías del Parlamento inglés el 22 de marzo de 2017 como de “serio incidente” (serious incident), el atropello de varios musulmanes a la salida de una mezquita después de rezar fue calificado en esta ocasión de “terrible ataque terrorista a gente inocente” (horrorific terrorist attack on innocent people). En su cuenta de Facebook el alcalde fue todavía más explícito:

“Todavía no sabemos todos los detalles, pero ha sido claramente un ataque deliberado contra londinenses inocentes, muchos de los cuales estaban finalizando sus oraciones durante el sagrado mes de Ramadán.

Mientras que parece ser un ataque a una comunidad en particular, de la misma manera que los terribles ataques de Manchester, Westminster y el puente de Londres, éste es también un asalto a nuestros valores comunes de tolerancia, libertad y respeto”.

Y finalizaba su nota con las siguientes palabras:

“La policía metropolitana ha movilizado más fuerzas policíacas para asegurar las comunidades, en concreto, aquellas que están celebrando el Ramadán”.

Es decir, a diferencia de lo que sucede con las víctimas, reales o potenciales, no-musulmanas, los musulmanes en Inglaterra tienen que ser protegidos por la policía. De hecho, así lo han exigido tanto el imán de la mezquita supuestamente atacada como el Consejo Musulmán Británico (Muslim Council of Britain). La nota de prensa emitida por este organismo a primera hora del 19 de junio no deja duda alguna:

“El Consejo Musulmán Británico ha condenado hoy lo que está siendo ampliamente descrito como un ataque terrorista perpetrado en el Finsbury Park de Londres. […] Según testimonios oculares y vídeos tomados después del incidente, parece que un hombre blanco en una furgoneta ha atropellado intencionadamente a un grupo de fieles que estaban atendiendo a alguien que se había puesto enfermo. […] Harun Khan, Secretario General del Consejo Musulmán Británico ha dicho: ‘Por la noche, ciudadanos británicos normales han sido atacados mientras estaban realizando su culto nocturno. […] Por los testimonios oculares parece ser que el perpetrador estaba motivo por la islamofobia. Durante las últimas semanas y meses, los musulmanes hemos padecido muchos incidentes de islamofobia y ésta es la manifestación más violenta hasta la fecha […] Nos acercamos al final del mes de Ramadán y de la celebración del Eid con muchos musulmanes yendo a mezquitas y esperamos que la autoridades incrementen la seguridad fuera de las mezquitas al ser ésta una cuestión urgente’.”

Esto es: más policías en las calles, más cámaras de vigilancias, más controles en los aeropuertos y en las fronteras para proteger, no a los occidentales víctimas de los atentados islámicos, sino a los musulmanes, quienes llevan, como afirma el Consejo Musulmán Británico, siendo “víctimas” en estas últimas semanas o meses de continuos ataques de islamofobia. Tal realidad la pudo comprobar pagando con su propia vida el español Ignacio Echeverría, uno de los incontables emigrados españoles en el extranjero, cuando intervino para impedir que musulmanes continuaran acuchillando a una mujer y a un policía en plena calle de Londres ante la cobarde y despreciable actitud de indiferencia de los propios ciudadanos ingleses.

Ante esta cuestión sólo queda recordar las proféticas palabras de Séneca, quien en su tragedia Medea predijo a la perfección lo que está pasando en estos momentos en Occidente:

cui prodest scelus, is fecit

(Aquél a quien aprovecha el crimen es quien lo ha cometido)


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