La ocultación, cuando no simplemente el blanqueo mediático de los crímenes cometidos por inmigrantes no es propio de España, sino que también se observa en otros países. Sirva de ejemplo el reciente asesinato de un bombero de 49 años en la ciudad alemana de Augsburgo.
En efecto, el viernes día 6 de diciembre de 2019, Roland S. volvía a casa junto con su esposa y otra pareja de amigos, cuando fue agredido violentamente por “siete jóvenes”1. Mientras que a su compañero le golpearon violentamente en la cara, a Roland “un joven de 17 años” le asestó un golpe tan fuerte en la cabeza, que el bombero cayó directamente al suelo, falleciendo 50 minutos después en la ambulancia ante su mujer. Además de a una viuda fuertemente traumatizada que tuvo que ser testigo del fallecimiento de su marido, Halid, esa “simpática y cordial persona”2, dejaba con su acción sin padre a una chica de 19 años.
Por lo que se refiere a la identidad de estos “siete jóvenes”, sólo se ha dado a conocer que el que propinó el golpe letal a Roland es de nacionalidad “turca, libanesa y alemana”, que un segundo acusado, también de 17 años, es “italiano” (en realidad: un joven de origen albanés), mientras que de los 5 restantes detenidos no se ha facilitado dato alguno, aunque todo parece indicar que son turcos3. Lo único seguro es que estos “siete jóvenes” pertenecían a una banda de la ciudad que traficaba con drogas y que estaban bajo vigilancia policial por éste y otros delitos.
A pesar de estos antecedentes criminales, la policía que investiga el caso no ha querido publicar imágenes de estos “siete jóvenes” con la excusa de que “no habría tenido sentido […] sólo habríamos conseguido alarmar a los sospechosos”. De esta forma, afirman, se elegía “la variante táctica más inteligente” para atraparlos4.
A este silenciamiento de la identidad y de la nacionalidad de los criminales, se une la comprensión de sus actos. Así, un conocido activista por los derechos de los inmigrantes y por una sociedad “multicultural, abierta y tolerante” escribía en relación con lo sucedido lo siguiente:
Que los jóvenes se vuelvan criminales, no es algo que lo decida la genética, sino el trasfondo social. Quien crece en medio de circunstancias difíciles -y éste es el caso de jóvenes de origen inmigrante debido a sus malos conocimientos lingüísticos- no se convierte automáticamente en criminal, pero sufre un riesgo mayor. Esto no es una disculpa, sino una explicación. Y para una sociedad ilustrada las explicaciones son el planteamiento básico para encontrar soluciones.
Por su parte, el vicepresidente del sindicato de policía de Augsburgo sostenía que “no creo que algo así se pueda impedir con más presencia policial […] La sociedad ha cambiado, la gente se ha vuelto más violenta, sobre todo cuando hay alcohol y drogas de por medio”.
Y por “gente” se ha de entender a los hombres. Así, Stephanie Sartor no sólo encabezaba un párrafo de un reportaje sobre el asesinato de Roland con las palabras “Los jóvenes están especialmente predispuestos a la violencia”, sino que también citaba a un “experto”, quien defendía la tesis de que la violencia “es un problema casi puramente masculino”, añadiendo a continuación que “los jóvenes están siempre relacionados con la violencia”5.
Como ya profetizó George Orwell, el instrumento perfecto de manipulación es el lenguaje: con éste se monitoriza sin violencia física la visión de la realidad de las masas. En casos como el asesinato de un bombero por parte de inmigrantes que traficaban con drogas no se trata ya de “un crimen”, sino de un acto provocado a causa de la “pobreza” y de la “exclusión social”, los perpetradores no son “inmigrantes criminales”, sino “gente” que se ha vuelto “más violenta”. A ello hay que añadir la necesaria contribución de “la ideología de género” con la condena explícita de todo lo masculino. De esta manera, desviando la problemática hacia cuestiones como “la pobreza”, “las drogas y el alcohol” y el agresivo “gen masculino”, se consigue despojar de cualquier responsabilidad a los criminales extranjeros y anatemizar al colectivo de los hombres.
En Occidente son pocos los que todavía poseen los conocimientos y la valentía necesarios para denunciar estos hechos de manera enérgica. En Alemania, país torturado por su historia, es donde más complicado es alzar una voz crítica contra estos acontecimientos. De hecho, sólo se atreven a protestar los que pueden acreditar sangre judía en sus venas. Éste es el caso de Henryk M. Broder, judío de origen polaco establecido desde pequeño en el país germano, de quien traducimos y publicamos el siguiente texto, aparecido el martes 10 de diciembre de 2019 en el diario Die Welt.6
Henryk M. Broder. Humor negro
En Augsburgo “ha muerto” un hombre. Esto puede significar muchas cosas. Que ha sido atropellado por un tranvía y ha muerto a causa de las heridas. Que se ha caído de la escalera mientras pintaba. Que no ha tenido cuidado haciendo una barbacoa y ha provocado una explosión. ¿Me he dejado algún tipo de muerte no natural? Pienso que depende de cómo se defina “no natural”. Si no es ninguna cuestión de percepción alimentada por la cobertura informativa, entonces es ya extraño con qué frecuencia una persona padece lesiones en el cuerpo y fallece al haber tenido la mala suerte de estar en la hora equivocada en el lugar equivocado. En estas circunstancias, se tendrá que contar muy pronto el “ataque a un transeúnte” que conduce a su muerte entre las causas de muerte “naturales” como el cáncer, el infarto cardíaco o la disfunción multiorgánica.7
Cuando además se dice que la muerte es como consecuencia de un encuentro casual con “un grupo de jóvenes”8, uno se da inmediatamente cuenta de con cuánta precisión lo expuso una experta socialdemócrata para la integración, cuando en 2015 profetizó que la convivencia en nuestra sociedad “sería también dura, en algunos casos incluso dolorosa”. Este ha sido entretanto el caso. Los Mercados de Navidad se asemejan a instalaciones de alta seguridad, también el camino a casa de un Mercado de Navidad puede desarrollarse de manera dura, en algunos casos incluso dolorosa.
Ahora le ha tocado a Augsburgo, precisamente Augsburgo, la que se denomina orgullosamente “La ciudad de la paz”, puesto que aquí se firmó en el año 1555 la paz religiosa entre católicos y luteranos. De esto hace 464 años. Los miembros de las confesiones cristianas se tratan mientras tanto entre sí de manera fraternal e ignoran los conflictos, evitando determinados “focos sociales”. Entre ellos hay que citar también la recién reformada Königsplatz en el centro de la ciudad, un lugar de encuentro predilecto de “grupos de jóvenes”.
Y lo que acaba de suceder allí ha dejado “desconcertado” al primer alcalde de la ciudad. Este aprovecha la oportunidad para dar las gracias a “todos” los que “ahora muestran una actitud solidaria y se declaran en favor de la no violencia y de nuestros valores”. Esto es humor negro de primera clase9. O el primer alcalde no sabe lo que sucede en su ciudad o no lo quiere saber. Debería en algún momento, lo mejor sería al anochecer, ir solo a la Königsplatz para declararse allí a favor de la no violencia y de nuestros valores. Esto podría ser una experiencia dura, en el peor de los casos dolorosa.
1 De aquí en adelante, los entrecomillados se han de entender como citas literales extraídas de la prensa alemana.
2 Así describía un amigo musulmán a Halid en una entrevista en el canal privado alemán RTL, donde además se decía que era una persona muy servicial que detestaba la violencia: https://www.rtl.de/cms/attacke-auf-augsburger-feuerwehrmann-freund-des-tatverdaechtigen-halid-s-beschreibt-ihn-als-konfliktscheu-4451456.html
3 En este sentido, la conocida Biblia periodística izquierdista Der Spiegel sólo informaba de que los dos “presuntos autores principales” “habían nacido en Augsburgo”.
[4] Atraparles, para después dejarles libres (23.12.2019) y posteriormente volver a detenerles por miedo a que se fugen (28.12.2019).
5 Por su parte, la jefe de la fracción de los Verdes de Baviera, Katharina Schulze, reconocía que “el potencial de violencia aumenta en la sociedad” y que era necesario “poner más policía en las calles”, puesto que había una “idea falsamente entendida de masculinidad”.
6 Henryk M. Broder: “Schwarzer Humor”, Die Welt (10.12.2019), pág. 3. En Internet se encuentra en el siguiente enlace con el título modificado de “Tod auf dem Heimweg. Und jetzt Augsburg” (Muerte camino a casa. Y ahora Augsburgo): https://www.welt.de/debatte/henryk-m-broder/plus204153646/Tod-auf-dem-Heimweg-Und-jetzt-Augsburg.html
7 La ciudad de Augsburgo publicó una nota en la que se decía en sus primeras líneas: “Nuestro apreciado compañero Roland S. falleció el día 6.12.2019 debido a un trágico accidente (einen tragischen Vorfall)”.
8 De hecho, como el diario de la ciudad, Augsburger Allgemeine, informa, “el elevado porcentaje de inmigrantes en un barrio como Oberhausen [lugar donde tuvo lugar el asesinato] es poco sorprendente: cerca del 70% de los habitantes es, según las estadísticas de la ciudad, de origen inmigrante”.
9 La reacción de la población alemana no fue mucho más inteligente. Una mujer sostenía que “el caso no se le iba de la cabeza, sobre todo porque es muy absurdo”. Asimismo, rechazando el hecho de que fuera necesaria más presencia policial en las calles, afirmaba que lo que “necesitamos es más respeto por las personas”.