«Porque parto de la base de que alguien escucha».
Vladímir V. Putin
Introducción
Cada año se celebra en Moscú una reunión del club de debate «Valdái», que puede ser considerado como una institución cercana al Kremlin que pretende exponer y discutir no sólo las principales cuestiones geopolíticas actuales, sino también indicar el camino que la política rusa debería transitar.
Este foro de discusión se reunió durante los días 24 y 27 de octubre 2022, teniendo como tema principal «Un mundo posthegemónico: justicia y seguridad para todos». Las ponencias y los debates llevados a cabo por los 111 expertos, políticos, diplomáticos y economistas tanto de Rusia como de 41 países extranjeros se vieron coronados con la sesión plenaria que tuvo lugar el último día. En efecto, en ella participó el presidente de la Federación Rusa, Vladímir Vladímirovich Putin, con una conferencia, donde delineó el estado de la nación rusa. A este parlamento le siguió un diálogo con el público asistente de tres horas de duración.
La alocución de Putin estuvo marcada por los acontecimientos que están teniendo lugar en Ucrania y cuyas consecuencias se están reflejando en todos los ámbitos decisivos de la vida tanto de Rusia y de Ucrania, como también de los principales países occidentales.
Debido al hecho de que la censura en Europa, adalid otrora de la libertad de expresión y de opinión, imposibilita el conocimiento exacto y preciso de sus palabras, se traducen a continuación algunos extractos de este extenso discurso del presidente ruso con la intención de que el lector hispanohablante pueda formarse una idea objetiva tanto de lo que realmente piensa Vladímir Putin, como de sus principios geoestratégicos.
(1) La vida, juez infalible de las opiniones.
El valor de los debates de Valdái reside en el hecho de que aquí se escuchan las más diversas valoraciones y pronósticos. Hasta qué punto aciertan, lo demuestra la vida misma, el examinador más estricto y objetivo. También demuestra lo acertados que fueron nuestros debates previos en años precendentes.
(2) Estado actual de Occidente.
El denominado «Occidente» –en sentido convencional, por supuesto, ya que allí no hay ninguna unidad, pues es un conglomerado muy complejo–, no obstante, digamos que este Occidente en los últimos años y, especialmente, en los últimos meses, ha dado toda una serie de pasos hacia la provocación. En sentido estricto, siempre juegan a provocar, aquí tampoco hay nada nuevo: ya sea la instigación a una guerra en Ucrania, ya sean las provocaciones en torno a Taiwán, ya sea la desestabilización de los mercados mundiales de alimentos y de energía. Esto último, por supuesto, no se ha hecho a propósito, de eso no hay duda, sino que se debe a una serie de errores sistémicos cometidos precisamente por los poderes occidentales que ya he mencionado. Y como vemos ahora, a todo ello se ha sumado la destrucción de los gaseoductos paneuropeos. Esto es algo completamente indignante, pero, no obstante, estamos siendo testigos de estos tristes acontecimientos.
(3) En qué consiste el dominio occidental.
El poder sobre el mundo es precisamente lo que se está jugando el denominado Occidente. Pero este juego es ciertamente peligroso, sangriento y, yo diría, sucio. Niega la soberanía de los países y de los pueblos, su identidad y su singularidad y no les otorga valor alguno a los intereses de los otros Estados. En cualquier caso, si no se habla directamente de negación, en la práctica es lo que se está llevando a cabo. Nadie, excepto los que formulan las propias normas que he mencionado, tiene derecho a desarrollar su propia identidad: todos los demás tienen que ser «peinados» por esas mismas normas.
[…]
Al mismo tiempo, la simplificación, la eliminación de todas y cada una de las diferencias se ha convertido casi en la esencia del Occidente moderno. ¿Qué hay detrás de esta simplificación? En primer lugar, la desaparición del potencial creativo del propio Occidente y el deseo de frenar, de bloquear, el libre desarrollo de otras civilizaciones.
Por supuesto, aquí también hay un explícito interés mercantil: imponiendo sus valores, sus estereotipos de consumo, su unificación, nuestros oponentes –así de cuidadoso los denominaré– intentan ampliar los mercados para sus productos. Al final todo es muy primitivo en esta carrera. No es por casualidad que Occidente afirme que precisamente su cultura y su visión del mundo deben ser universales. Si no lo dicen de manera abierta –aunque con frecuencia también lo dicen de manera abierta–, pero si no lo dicen manera abierta, se comportan así e insisten, en el fondo, con su política en que precisamente estos mismos valores deben aceptarlos de forma incondicional todos los demás participantes de la comunidad internacional.
(4) Qué es en realidad el mundo unipolar.
A lo largo de casi medio siglo, esta ceguera de la que hablaba Solzhenitsyn –de carácter manifiestamente racista y neocolonial– se ha vuelto sencillamente desagradable, sobre todo desde que surgió el denominado mundo unipolar. ¿Qué quiero decir? La confianza en la propia infalibilidad es un estado muy peligroso: está a un paso del deseo de los «infalibles» de destruir sin más a quienes no les gustan. Como dicen, «cancelar»: pensemos por lo menos en el significado de esta palabra.
(5) El Occidente de la libertad.
¿Y qué está ocurriendo ahora? En su momento, los nazis llegaron a quemar libros y ahora los «valedores del liberalismo y del progreso» occidentales han llegado incluso a prohibir a Dostoievski y a Chaikovski. La denominada cultura de la cancelación, pues de hecho la verdadera cultura de la cancelación –ya hemos hablado de ello en muchas ocasiones– siega todo lo vivo y lo creativo, no permite que se desarrolle el pensamiento libre en ninguna esfera: ni en la económica, ni en la política, ni en la cultural.
La misma ideología liberal ha cambiado hoy en día de tal manera que es irreconocible. Si originalmente el liberalismo clásico entendía la libertad de cada uno como la libertad de decir lo que se quiera, de hacer lo que se quiera, ya en el siglo XX los liberales empezaron a sostener que la denominada sociedad abierta tiene enemigos –resulta que la sociedad abierta tiene enemigos– y la libertad de tales enemigos puede y debe restringirse, e incluso cancelarse. Ahora han llegado al absurdo de declarar que cualquier punto de vista alternativo es propaganda subversiva y una amenaza para la democracia.
(6) Dostoievski profeta.
Todo esto lo predijo ya proféticamente en el siglo XIX Fiódor Mijáilovich Dostoievski. Uno de los personajes de su novela Los demonios, el nihilista Shigaliov, describió de la siguiente manera el brillante futuro que imaginaba: «Partiendo de la libertad ilimitada termino en el despotismo ilimitado», a lo que, por cierto, han llegado nuestros oponentes occidentales. Otro personaje de la novela, Peter Verjovenski, se hace eco de él, afirmando que la traición, el chivatazo y el espionaje son necesarios en todas partes, que la sociedad no necesita talentos ni capacidades superiores: «A Cicerón hay que cortarle la lengua, a Copérnico sacarle los ojos, a Shakespeare matarlo a pedradas». He aquí a lo que también están llegando nuestros oponentes occidentales. ¿Qué es esto sino la actual cultura occidental de la cancelación?
(7) Contra la idea de una democracia liberal válida en todo el mundo.
He aquí otro ejemplo de sustitución de conceptos y de significados. Durante muchos años, los ideólogos y políticos occidentales han estado diciendo y repitiendo a todo el mundo: no hay alternativa a la democracia. Es cierto que se referían al modelo de democracia occidental, al denominado modelo liberal de democracia. Rechazaron todas las demás variantes y formas de poder popular con desprecio y –quiero resaltarlo– con desdén, con arrogancia. Este talante se formó hace ya mucho tiempo, en la época colonial: consideraban a los demás como gente de segunda categoría, mientras que ellos eran los extraordinarios. Así se ha prolongado durante siglos hasta ahora.
Pero he aquí que hoy la absoluta mayoría de la comunidad mundial exige democracia en los asuntos internacionales, no acepta ninguna forma de dictado autoritario de países o grupos de Estados. ¿Qué es esto sino la aplicación directa de los principios de la soberanía popular en el plano de las relaciones internacionales?
¿Y cuál es la posición del Occidente –entre comillas– «civilizado»? Si son demócratas, parece que deberían acoger con satisfacción este deseo natural de libertad de miles de millones de personas, ¡pero no! Occidente lo llama socavar el orden liberal basado en normas, lanza guerras económicas y comerciales, sanciones, boicots, revoluciones de colores y todo tipo de golpes de Estado.
Uno de ellos, en 2014, tuvo trágicas consecuencias en Ucrania: lo apoyaron, incluso han dicho cuánto dinero se gastaron en este golpe de Estado. De hecho, son simplemente unos sinvergüenzas, no se avergüenzan de nada. Asesinaron a Suleimani, un general iraní. Se puede tener la opinión que se quiera de Suleimani, ¡pero es un funcionario público de otro Estado! Lo mataron en el territorio de un tercer país y dijeron: sí, nosotros lo matamos. ¿Pero qué significa esto? ¿Dónde vivimos?
(8) La decadencia de Occidente.
A lo largo de mil años, Rusia ha generado una cultura única de interacción entre todas las religiones mundiales. No hay necesidad de cancelar nada: ni los valores cristianos, ni los islámicos, ni los judíos. Otras religiones mundiales están presentes en nuestro país. Sencillamente debemos tratarnos con respeto. En algunas regiones de nuestro país –lo sé de primera mano–, la gente sale junta, celebra las fiestas cristianas, islámicas, budistas y judías y disfruta haciéndolo, felicitándose y alegrándose.
Pero no aquí [en Europa]. ¿Por qué no? Al menos que lo hubieran debatido. ¡Increíble!
Todo esto no es ni siquiera una crisis sistémica, sino doctrinal del modelo neoliberal de orden mundial a la americana. No tienen ideas de creación y desarrollo positivo, simplemente no tienen nada que ofrecer al mundo excepto la preservación de su dominio.
(9) Hay que respetar las tradiciones de los distintos pueblos.
¿Qué es lo que quiero destacar especialmente aquí? Los valores tradicionales no son un conjunto cualquiera de postulados fijos a los que todos deban adherirse. Por supuesto que no. Su diferencia con los llamados valores neoliberales consiste en que son únicos en cada caso, porque proceden de la tradición de una sociedad concreta, de su cultura y de su experiencia histórica. Por eso los valores tradicionales no pueden imponerse a nadie: simplemente deben respetarse, tratar con cuidado lo que cada pueblo ha elegido durante siglos.
(10) Contra la ideología disolvente de género.
Si las élites occidentales suponen que podrán introducir en las mentes de sus pueblos, en sus sociedades, tendencias nuevas y, en mi opinión, extrañas, como las decenas de géneros y los desfiles del orgullo gay, que así sea. ¡Que hagan lo que quieran! Pero a lo que no tienen ningún tipo de derecho es a exigir que los demás sigan la misma dirección.
(11) Política exterior rusa.
Vemos que en los países occidentales se están produciendo complejos procesos demográficos, políticos y sociales. Por supuesto, es un asunto interno suyo. Rusia no interfiere en estas cuestiones, ni tiene intención de hacerlo; a diferencia de Occidente, nosotros no nos inmiscuimos en el patio trasero de los demás. Pero contamos con que prevalezca el pragmatismo y que el diálogo entre Rusia y el verdadero y tradicional Occidente, así como con otros centros de igual desarrollo, sea una importante contribución a la construcción de un orden mundial multipolar.
A todo ello agrego que la multipolaridad es la verdadera y, en el fondo, la única oportunidad para que Europa recupere su personalidad política y económica. No hay por qué ocultarlo, todos lo entendemos y se habla abiertamente de ello en Europa: hoy en día, la personalidad jurídica de Europa –cómo decirlo suavemente para no ofender a nadie– está fuertemente limitada.
Por su propia naturaleza, el mundo es diverso y los intentos de Occidente de encajar a todo el mundo en una única plantilla están objetivamente condenados al fracaso, no saldrá nada de ello.
(12) Rusia no es enemiga de Occidente.
En lo que respecta a las condiciones actuales de conflictos violentos, diré algunas cosas sin rodeos. Rusia, como civilización independiente y autóctona, nunca se ha considerado, ni se considera enemiga de Occidente. La americanofobia, la anglofobia, la francofobia, la germanofobia son formas de racismo como la rusofobia y el antisemitismo, al igual que cualquier manifestación de xenofobia.
Sencillamente hay que entender de manera clara que existen, como ya he dicho antes, dos Occidentes: como mínimo dos y, tal vez, más, pero como mínimo dos: el Occidente de los valores tradicionales, sobre todo cristianos, de la libertad, del patriotismo, de la riqueza cultural y ahora también de los valores islámicos –una parte significativa de la población de muchos países occidentales profesa el Islam–. Este Occidente nos es cercano en algunos aspectos, tenemos mucho en común, incluso raíces antiguas. Pero también hay otro Occidente, agresivo, cosmopolita, neocolonial, que actúa como herramienta de las élites neoliberales. Por supuesto, Rusia nunca se doblegará ante los dictados de este Occidente.
(13) Qué Occidente combate.
Siempre recordaré a lo que me enfrenté en el año 2000, tras ser elegido Presidente: recordaré el precio que pagamos por destruir el nido terrorista en el Cáucaso Norte que Occidente entonces apoyaba de manera prácticamente abierta. Todos los adultos aquí presentes en esta sala, la mayoría de ustedes, comprenderán de lo que estoy hablando. Sabemos que esto es precisamente lo que sucedió en la práctica: apoyo financiero, político e informativo. Todos lo vivimos.
(14) Origen del conflicto actual con Ucrania.
Rusia, gracias a Dios, sobrevivió a todas las dificultades de aquella época, resistió, se fortaleció, hizo frente al terrorismo interno y externo, preservó su economía, comenzó a desarrollarse y su capacidad defensiva empezó a mejorar. Intentamos establecer relaciones con los principales países de Occidente y con la OTAN. El mensaje era uno: dejemos de ser enemigos, convivamos como amigos, dialoguemos, generemos confianza y, por tanto, paz. Fuimos absolutamente sinceros, quiero subrayarlo, comprendíamos claramente toda la complejidad de este acercamiento, pero a pesar de ello realizamos este acercamiento.
¿Y qué recibimos como respuesta? Recibimos, en pocas palabras, un «no» en todas las principales áreas de posible cooperación. Hemos recibido una presión cada vez mayor y la creación de focos de tensión cerca de nuestras fronteras. ¿Y cuál es el objetivo, si se puede preguntar, de esta presión? ¿Cuál? ¿Es sólo para practicar? Por supuesto que no. El objetivo es hacer a Rusia más vulnerable. El objetivo es convertir a Rusia en un instrumento para alcanzar sus propios objetivos geopolíticos.
Hablando propiamente, es una norma universal: se esfuerzan en convertir a todos en un instrumento con el fin de utilizar estos instrumentos para sus propios objetivos. Y a los que no se someten a esta presión, a los que no quieren ser un instrumento de este tipo, contra ellos se imponen sanciones, contra ellos y en relación a ellos se impone todo tipo de restricciones económicas, se preparan o, cuando es posible, se llevan a cabo golpes de Estado, etcétera. Y, al final, si no se puede hacer nada más, el objetivo es el mismo: destruirlos, borrarlos del mapa político. Pero no han conseguido ni conseguirán nunca desarrollar y realizar un escenario semejante con respecto a Rusia.
¿Qué quisiera agregar todavía? Rusia no desafía a las élites de Occidente; Rusia simplemente defiende su derecho a existir y a desarrollarse libremente. Al mismo tiempo, nosotros mismos no vamos a convertirnos en una nueva hegemonía. Rusia no propone sustituir la unipolaridad por la bipolaridad, la tripolaridad, etc., la dominación de Occidente por la dominación del Este, del Norte o del Sur. Esto conduciría inevitablemente a un nuevo punto muerto.
(15) Qué es lo que quiere Rusia.
Lo subrayo una vez más: soberanía y autodesarrollo no implican en modo alguno aislamiento, autarquía, sino que, al contrario, presuponen cooperación activa y mutuamente beneficiosa sobre principios justos y equitativos.
(16) Integración frente a globalización y globalismo.
Si la globalización liberal es la despersonalización, la imposición de un modelo occidental a todo el mundo, la integración, por el contrario, consiste en liberar el potencial de cada civilización en interés del conjunto, en aras de una ganancia común. Si la globalización es un dictado, a eso se reduce todo al final y al cabo, la integración es la elaboración conjunta de estrategias comunes beneficiosas para todos.
(17) Occidente obliga a Rusia a mirar hacia al Este, hacia Asia.
La unidad de la humanidad no se construye con la orden «haz como yo», «sé como nosotros». Se forma teniendo en cuenta y basándose en las opiniones de todos, respetando la identidad de cada sociedad y cada pueblo. Éste es precisamente el principio sobre el que puede desarrollarse el compromiso a largo plazo en un mundo multipolar.
En este sentido, puede que valga la pena considerar que la estructura de las Naciones Unidas, incluido su Consejo de Seguridad, debería reflejar mejor precisamente la diversidad de las regiones del mundo. Al fin y al cabo, el mundo de mañana dependerá mucho más de Asia, África y América Latina de lo que hoy se acostumbra a creer y ese crecimiento de su influencia es sin duda positivo.
Les recuerdo que la civilización occidental no es la única, ni siquiera en nuestro espacio euroasiático común. Además, la mayoría de la población se concentra precisamente en el Este de Eurasia, allí, donde surgieron los focos de las civilizaciones más antiguas de la humanidad.
El valor y la importancia de Eurasia radican en que este continente representa un complejo autosuficiente que posee gigantescos recursos de todo tipo y enormes posibilidades. Y cuanto más diligentemente trabajemos para aumentar la conectividad de Eurasia, para crear nuevas vías y formas de cooperación, más impresionantes serán nuestros éxitos.
La exitosa actividad de la Unión Económica Euroasiática, el rápido crecimiento de la autoridad y de la influencia de la Organización de Cooperación de Shanghái, las iniciativas a gran escala en el marco de «Un cinturón, una ruta», los planes de cooperación multilateral para realizar el corredor de transporte «Norte-Sur» y otros, muchos otros proyectos en esta parte del mundo, estoy seguro de que son el comienzo de una nueva era, una nueva etapa en el desarrollo de Eurasia. Los proyectos de integración aquí no están reñidos entre sí, sino que se complementan, por supuesto, si los llevan a cabo los países vecinos en su propio interés y no se implementan por fuerzas externas para dividir el espacio euroasiático y convertirlo en una zona de confrontación de bloques.
La parte natural de la Gran Eurasia podría ser también su extremo occidental, Europa. Mas muchos de sus líderes se ven lastrados por la convicción de que los europeos son mejores que los demás, de que no deben participar en ninguna empresa en pie de igualdad con el resto. Son tan arrogantes que ni siquiera se dan cuenta de que ellos mismos se han convertido ya en una periferia extraña, se han transformado, en el fondo, en vasallos, a menudo incluso sin derecho voto.
(18) Dónde estamos y cuál ha de ser el camino.
La desintegración de la Unión Soviética también destruyó el equilibrio de poder geopolítico. Occidente se sintió victorioso y proclamó un orden mundial unipolar, en el que sólo su voluntad, su cultura y sus intereses tenían derecho a existir.
Ahora este periodo histórico de dominio indivisible de Occidente en los asuntos mundiales está llegando a su fin, el mundo unipolar se está convirtiendo en cosa del pasado. Nos encontramos en una coyuntura histórica, frente a quizás la década más peligrosa, impredecible y a la vez más importante desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Occidente es incapaz de gobernar por sí solo a la humanidad, pero lo intenta desesperadamente y la mayoría de los pueblos del mundo ya no están dispuestos a tolerarlo. Ésta es la mayor contradicción de la nueva época. En palabras del clásico, la situación es en cierto modo revolucionaria: las clases altas no pueden y las clases bajas ya no quieren vivir así, si es que se puede hablar con las palabras del clásico.[1]
Reflexiones de Putin durante la discusión posterior a su discurso (extractos)
El debate posterior de tres horas que se abrió entre Putin y los asistentes sirvió para que el presidente ruso, sin papeles y de manera espontánea, aclarara algunos puntos fundamentales de su pensamiento y actuar políticos.[2]
(19) Solidaridad entre los pueblos eslavos.
Hay todavía otro componente muy importante, que es de naturaleza espiritual y que, quizás, sea el más importante. En primer lugar, este expresivo lema –«No abandonamos a los nuestros»– se encuentra en realidad en lo profundo del corazón de cada ruso y de cada representante del resto de grupos étnicos de Rusia y la disposición a luchar por su pueblo conduce a la cohesión de la sociedad. Ésta ha sido siempre la gran fuerza de nuestro país. La hemos confirmado y reforzado y eso es lo más importante.
(20) Los culpables de la situación actual en Ucrania.
Lo he dicho en múltiples ocasiones, así que es poco probable que ahora diga algo nuevo a este público. Después de todo, ¿qué ha pasado? Ni siquiera hablo ya de la expansión de la OTAN a expensas de Ucrania, que era absolutamente inaceptable para nosotros y todos lo sabían, pero simplemente ignoraron por completo nuestros intereses en el ámbito de la seguridad. Y otro intento fracasó una vez más a finales del año pasado: simplemente nos mandaron a paseo y, ya está, dijeron: vale, siéntense ahí y… Bueno, no vale la pena decir más, pero, en resumen, nos ignoraron. Eso es lo primero.
El segundo punto importante es que, con el apoyo de sus supervisores occidentales, los representantes del régimen de Kiev se negaron públicamente a cumplir los acuerdos de Minsk. Un dirigente afirmó que no le gustaba ni una sola cláusula de los acuerdos de Minsk. ¡Lo dijo públicamente! Otros altos funcionarios afirmaron abiertamente que no pretendían hacerlo. El ex Presidente dijo que firmó los acuerdos de Minsk, pero partía del supuesto de que nunca se aplicarían. ¿Qué más se necesita?
Una cosa es cuando se necesita meter algo en la mente de millones de personas a través de los medios de comunicación de masas e Internet y otra cosa es hacer cosas reales, la política real. Todo esto, como acabo de decir, pasa desapercibido para millones de personas porque se ahoga en el campo de la información, pero nosotros lo sabemos.
Al final se dijo todo. ¿Qué significaba para nosotros? Para nosotros significaba que teníamos que hacer algo respecto al Donbás. La gente lleva ocho años viviendo bajo bombardeos, que, por cierto, aún continúan, pero teníamos que decidir algo por nosotros mismos. ¿Y qué podríamos haber decidido? Reconocer su independencia. Pero reconocer su independencia y abandonarlos a su suerte es en absoluto inaceptable. Es decir, que tuvimos que dar el siguiente paso y lo hicimos: incorporarlos al Estado ruso. No sobrevivirán por sí solos, es un hecho evidente.
Pero si los reconocemos y los incorporamos al Estado ruso –por su voluntad, conocemos el estado de ánimo del pueblo– y estos mismos bombardeos y las próximas operaciones militares que prepara el régimen de Kiev continúan y son inevitables… Han llevado a cabo dos operaciones militares a gran escala que terminaron sin éxito, pero aun así las hicieron. Y los bombardeos sin duda habrían continuado. ¿Qué se suponía que íbamos a hacer a continuación? Ejecutar la operación. ¿Por qué esperar a que empiecen? Sabíamos que se estaban preparando. Por supuesto, esto no es más que la lógica inevitable de los acontecimientos.
Y esta lógica no la hemos formulado nosotros. ¿Por qué fue necesario dar un golpe de Estado en Ucrania en el año 2014? De hecho, Yanukóvich renunció al poder y aceptó celebrar elecciones anticipadas. Estaba claro que tenía pocas posibilidades, si es que tenía alguna –Víktor Fiódorovich no se ofenderá conmigo–. ¿Y por qué era necesario en tales consecuencias dar un golpe de Estado sangriento, anti-estatal y anticonstitucional? No hay respuesta. Pero puede que sólo haya una respuesta: demostrar quién manda en casa: siéntense todos –discúlpenme, pido disculpas a las señoras–, siéntense todos con el culo recto y no graznen, se hará como nosotros digamos. Simplemente no puedo explicar estas acciones de otra manera.
Dieron un golpe de Estado; la gente no quiso reconocerlo ni en Crimea, ni en el Donbás y todo ha desembocado en los trágicos acontecimientos de hoy. Pero, ¿qué ha impedido al llamado Occidente aplicar los acuerdos alcanzados en Minsk?
Me dijeron personalmente: en esas condiciones, tú también habrías firmado todo, si hubieras estado en esas condiciones. Pero, escúchenme, ¡ellos lo firmaron! Lo firmaron e insistieron en que lo firmaran los líderes de las dos entonces no reconocidas repúblicas del Donbás. Luego mataron a uno de ellos, a Zajárchenko.
Todas estas acciones han conducido a los trágicos acontecimientos de hoy, eso es todo.
(21) Ucranianos y rusos son un mismo pueblo.
F. Lukiánov:[3] Usted ha dicho en repetidas ocasiones y ha escrito en un artículo programático que somos un solo pueblo. ¿Ha cambiado usted este punto de vista a lo largo del año?
V. Putin: No, por supuesto que no. ¿Cómo se puede cambiar? Es un hecho histórico.
La idea de un Estado ruso surgió en nuestros territorios en el siglo IX: primero, en Nóvgorod, luego en Kiev y después creció todo junto. Eran un único pueblo. Hablaban la misma lengua, el ruso antiguo, y los cambios en la lengua comenzaron a aparecer, en mi opinión, sólo en el siglo XIV ó XV bajo la influencia de Polonia, porque las partes occidentales del Estado ruso estaban en diferentes países. De ahí surgieron los cambios.
[…]
Estos Estados empezaron a promover allí sus intereses. Las partes que entraron en Polonia padecieron una clara polonización y así sucesivamente. La lengua empezó a cambiar. Ya he hablado de que, cuando Ucrania se unió a Rusia, escribieron cartas a Varsovia y a Moscú. Los documentos están en el archivo. Allí está escrito: nosotros, el pueblo ortodoxo ruso, nos dirigimos a usted por esto y aquello. Se dirigieron a Moscú con la petición de ser admitidos en Rusia, se dirigieron a Polonia, exigiendo que se respetaran sus intereses y sus tradiciones ortodoxas. Pero escribían: nosotros, el pueblo ortodoxo ruso. Y esto no lo digo yo. Ésta es la parte del pueblo que ahora llamamos ucranianos.
[…]
En este sentido, Ucrania, por supuesto, se formó como un Estado artificial. Además, después de la Segunda Guerra Mundial –esto también es un hecho histórico– Stalin tomó y transfirió a Ucrania una serie de territorios polacos, una serie de territorios húngaros, una serie de territorios rumanos, quitándoles a estos países sus territorios. A los polacos que no participaron en la coalición de Hitler les dió una parte de las tierras alemanas del Este. Es bien sabido todo esto, es un hecho histórico. De esta manera, se formó la Ucrania actual.
Hablando honestamente, acabo de pensar ahora en lo siguiente: hablando francamente, el único garante real, serio, del Estado, de la soberanía y de la integridad territorial de Ucrania podría ser sólo Rusia, la creadora de la actual Ucrania.
(22) Cuál es el plan para Ucrania.
Por eso se produjeron los acontecimientos que todos estamos presenciando. Surgieron en el curso, como una continuación lógica de una situación creada en un momento dado. Pero había un plan y un único objetivo: ayudar a la gente que vive en el Donbás. De ahí partimos. Y lo que hay exactamente, lo que planea el Estado Mayor, lo sé, por supuesto, pero me parece que no es ésta la ocasión para hablar de ello en detalle.
(23) Estados Unidos y la bomba atómica: el caso de Japón.
Bueno y, por último, sobre la cuestión del uso o no uso. El único país del mundo que ha usado armas nucleares contra un Estado no nuclear es Estados Unidos de América; lo hicieron dos veces contra Japón. ¿Con qué objetivo? No había ninguna utilidad militar, cero. ¿Cuál fue la utilidad de usar armas nucleares contra Hiroshima y Nagasaki, prácticamente contra la población civil? ¿Acaso existía una amenaza para la integridad territorial de Estados Unidos? ¿Su soberanía? No, claro que no. Tampoco era de utilidad desde el punto de vista militar: la maquinaria bélica japonesa estaba destruida, la posibilidad de resistencia se había reducido prácticamente a cero, ¿para qué era necesario acabar con Japón con armas nucleares?
Por cierto, los libros de texto japoneses suelen escribir que fueron los aliados quienes lanzaron el ataque nuclear contra Japón. Tienen tan sujetados a Japón que ni siquiera pueden escribir la verdad en los libros de texto escolares. Aunque parece que mencionan esta tragedia todos los años. Excelente, norteamericanos, sólo tenemos que tomar ejemplo de ellos quizás en algunos aspectos. Son simplemente unas monadas.
(24) Opinión de Erdogan.
Sí, [Erdogan] es un líder enérgico, fuerte, que se guía, sobre todo, o quizás exclusivamente, por los intereses de Turquía, del pueblo turco, por los intereses de la economía turca. En gran medida, esto también explica su postura en cuestiones energéticas, de construcción de, por ejemplo, «el flujo turco».
[…]
Pero hay un deseo por ambas partes de alcanzar estos acuerdos y nosotros, como norma, alcanzamos estos acuerdos. En ese sentido, Erdogan es, por supuesto, un socio coherente y fiable. Ésa es probablemente la característica más importante: es un socio fiable.
(25) Hay que aceptar y estar orgulloso de la historia propia.
Mi postura consiste en el hecho de que considero necesario utilizar todo nuestro legado histórico. Considero que no debemos renunciar a nada: ni a lo positivo que en la historia de Rusia se relaciona con el Imperio zarista, ni a lo positivo –y hubo muchas cosas positivas– en la historia de la Unión Soviética. Tanto aquí como allí hubo sus defectos, sus problemas, que se superaron de formas distintas y tuvieron consecuencias diferentes.
(26) Estado e Iglesia.
Intentamos apoyar a todas nuestras confesiones, pero no interferimos en su trabajo. Y, quizás, tampoco nunca hubo algo parecido, de modo que, por un lado, hay una actitud patriótica general relacionada con el desarrollo del país y dentro de nuestro Estado y relacionada con el apoyo a nuestros intereses en el exterior, pero al mismo tiempo damos plena libertad a sus actividades. Tal relación, tal situación, me parece, produce el resultado que necesitamos.
(27) Rusia quiere ser.
Sabe usted, usted acaba de decir que estamos sacrificando algo en interés de muchos otros pueblos. Aquí voy a discutir esta cuestión con usted. No sacrificamos nada, trabajamos para reforzar nuestra soberanía, lo cual entra dentro de nuestros intereses. Estos son, sobre todo, el fortalecimiento de nuestra soberanía financiera, económica, que será la base, el fundamento de nuestro futuro desarrollo tecnológico, educativo y científico.
[…]
Entienda usted que lo que estamos haciendo es muy atractivo para muchísimos países y pueblos del mundo. Nuestros supuestos socios occidentales hacen todo lo posible por calumniar a Rusia, humillarla de alguna manera, ignorar sus intereses. Y cuando luchamos por nuestros intereses y lo hacemos de manera abierta, honesta y, hablando con franqueza, con gallardía, este hecho por sí solo, este ejemplo es extremadamente contagioso y atractivo para miles de millones de personas en el planeta.
Mire usted, en muchos países de África, en algunos países hay ahora banderas rusas. Lo mismo sucede en América Latina, en Asia. Tenemos muchísimos amigos. Y no necesitamos imponer nada a nadie. Simplemente, muchísimas personas, tanto políticos como ciudadanos de a pie, están cansadas de vivir bajo algún dictado externo. Están todos hartos. Y cuando ven el ejemplo de nuestra lucha contra ese dictado, están de nuestro lado, interna y externamente. Y este apoyo no hará sino que aumentar.
(28) Misión de Putin.
Por lo que se refiere al hecho de que deberíamos tener miedo de alguien… Por supuesto, a mucha gente probablemente le gustaría oír ahora que tengo miedo, pero si tuviera miedo de todo, no haría nada. No puedo guiarme por consideraciones de esta naturaleza en la posición que ocupo. Debo guiarme por los intereses del pueblo ruso y del Estado ruso; eso es lo que hago y seguiré haciendo. Haré lo que considere necesario para los intereses de mi pueblo y de mi país.
(29) China y Rusia.
Por lo que se refiere a nuestra relación con China, nos comportamos como un amigo íntimo de China, del pueblo chino, con gran respeto por su cultura y sus tradiciones. Estoy seguro de que, partiendo de esta sólida base, avanzaremos con confianza.
(30) Rusia y Alemania.
Ya lo he mencionado y ahora lo diré de nuevo. Helmut Kohl me dijo en una ocasión que los Estados Unidos algún día se ocuparán de sus propios asuntos, incluso en América Latina; Asia se desarrollará poderosamente a su manera; si la civilización europea quiere mantenerse de alguna manera como centro mundial, por supuesto, tiene que ser con Rusia. Ésa era la postura de Helmut Kohl. Los actuales dirigentes de la República Federal parecen tener una opinión diferente. Pero esa es una decisión de los países europeos.
(31) Ucrania y neonazis.
Sabe usted, me parece que uno de los graves y fundamentales problemas de quienes supuestamente se preocupan por el futuro de Ucrania, los llamados nacionalistas ucranianos, radica en el hecho de que existe una fusión del movimiento nacionalista y el neofacista, neonazi.
Al fin y al cabo, se apoyan en quienes no pueden sino ser calificados de colaboracionistas y de nazis. No puedes no identificarte con quienes, como ya he dicho, en nombre de las autoridades hitlerianas destruyeron a la población polaca, hebrea y rusa en los territorios ocupados durante la Segunda Guerra Mundial. Es imposible separar a los llamados hurrapatriotas y nacionalistas de hoy en día de los seguidores de [Stepán] Bandera; de hecho, son la misma cosa. Ése es en realidad, en mi opinión, su gran problema.
Por eso digo, incluso a nuestros llamados socios occidentales: miren lo que se está haciendo en las calles de Kiev y otras grandes ciudades, cuando miles de personas pasean por las calles con esvásticas y antorchas, etcétera.
(32) Mensaje de Putin a Occidente.
En cuanto a nuestro mensaje a los ciudadanos de a pie de los países occidentales, tanto en Estados Unidos como en Europa. Quiero decir lo más importante: luchen por salarios más altos, eso en primer lugar. En segundo lugar, no crean que Rusia es su enemigo, ni siquiera su adversario. Rusia es su amiga y hemos hecho todo lo posible durante décadas y estamos dispuestos a hacerlo en el futuro para reforzar nuestras relaciones.
A este respecto, me acaba de venir a la cabeza una anécdota que me contó hace poco uno de mis colegas. Me lo contó un amigo de Alemania hace poco. En una familia, el hijo le pregunta a su padre: «Papá, ¿por qué hace tanto frío?». Y le dice: «Porque Rusia ha atacado a Ucrania». El niño pregunta: «¿Qué tiene eso que ver con nosotros?» – «Y hemos impuesto sanciones contra los rusos». – «¿Para qué?» – «Para que les vaya mal». – «¿Y nosotros qué, somos acaso rusos?».
(33) Solución del conflicto.
Odessa puede ser tanto la manzana de la discordia, como el símbolo de la resolución de conflictos, es decir, el símbolo de la búsqueda de algún tipo de solución a todo lo que está ocurriendo ahora. El problema no somos nosotros. Ya hemos dicho en muchísimas ocasiones que estamos dispuestos a negociar y, hace poco, en una comparecencia en el Kremlin, volví a mencionarlo públicamente. Pero los dirigentes del régimen de Kiev han decidido no continuar las negociaciones con la Federación Rusa. Los que dirigen, que no son pocos… Bueno, es cierto que la palabra decisiva la tienen quienes implementan esta política en Washington. Resolver este problema es muy sencillo: envíen la señal adecuada a Kiev de que deben cambiar de postura y tratar de resolver estos problemas de manera pacífica. Eso es todo.
Traducción de Jordi Morillas
[1] El «clásico» al que Putin está haciendo referencia y que no menciona nominalmente es, por supuesto, Lenin (Nota del traductor).
[2] Por este motivo se conserva en la traducción, en la manera de lo posible, el carácter oral, espontáneo, de las palabras del presidente ruso. (Nota del traductor).
[3] Fiódor Lukiánov es el moderador de la discusión. (Nota del traductor).