Por qué las universidades deben elegir un telos: verdad o justicia social

Jonathan Haidt | 21 de octubre de 2016

Publicado originalmente por Heterodox Academy bajo licencia Creative Commons.

Aristóteles acostumbraba a evaluar las cosas con respecto a su “telos”, esto es, su propósito, fin o meta. El telos de un cuchillo es cortar. El telos de un médico es sanar o curar. ¿Cuál es el telos de la universidad?

La respuesta más obvia es la “verdad”, una palabra que aparece en numerosos escudos universitarios. Pero cada vez más, muchas de las mejores universidades de los Estados Unidos están adoptando la justicia social como su telos o como un segundo telos equiparable. Pero, ¿puede una institución o profesión tener dos teloses (o teloi)? ¿Qué sucede si entran en conflicto?

Como psicólogo social estudioso de la moralidad, he visto cómo estos dos telos entran en conflicto cada vez más a menudo durante mis 30 años en el mundo académico. Los conflictos parecían manejables en la década de 1990. Pero la intensidad del conflicto ha crecido desde entonces, al mismo tiempo que la diversidad política del profesorado se desplomaba y aumentaba la hostilidad entre los partidos estadounidenses. Creo que el conflicto alcanzó su punto álgido en otoño de 2015, cuando manifestantes estudiantiles en 80 universidades exigieron que sus universidades asumieran compromisos mucho mayores y más explícitos con la justicia social, a menudo incluyendo cursos obligatorios y capacitación para todos en perspectivas y contenido de justicia social.

Ahora que muchos rectores de universidad han accedido a implementar muchas de las demandas, creo que el conflicto entre la verdad y la justicia social probablemente se volverá incontrolable. Las universidades tendrán que elegir y ser explícitas sobre su elección, de modo que los posibles estudiantes y profesores puedan tomar una decisión bien fundada. Las universidades que traten de honrar a ambos se enfrentarán a una incoherencia creciente y al conflicto interno.

[Téngase en cuenta que no estoy diciendo que un estudiante no pueda, individualmente, perseguir ambos objetivos. En la siguiente charla insto a los estudiantes a aceptar la verdad como la única forma en que pueden realizar un activismo que mejore eficazmente la justicia social. Pero una institución como la universidad debe tener un único bien supremo e inviolable. Tampoco niego que muchos estudiantes se enfrentan a humillaciones, insultos y obstáculos sistémicos debido a su raza, género o identidad sexual. Es así y estoy a favor de normas o preparativos previos a la diversidad para los estudiantes y profesores entrantes. Pero como he argumentado en otra parte, es probable que muchas de las demandas más comunes que han hecho los manifestantes resulten contraproducentes y hagan que las experiencias de marginación sean más frecuentes y dolorosas, cuando menos. ¿Por qué? Porque su efectividad no se basa en la evidencia; las demandas no están constreñidas por un compromiso absoluto con la verdad.]

A medida que observaba el desarrollo de los acontecimientos en el campus durante el último año, comencé a formular una explicación de lo que ha estado sucediendo desde la perspectiva de la psicología moral y social. Me invitaron a dar varias charlas en el campus este otoño y aproveché esas invitaciones como oportunidades para contar esta historia a estudiantes universitarios actuales, en Wellesley, en SUNY New Paltz y en Duke. Cuando di la charla de Duke creo que tenía la historia lo suficientemente bien desarrollada como para compartirla con el mundo con la esperanza de que se muestre en muchos campus universitarios. Es larga (66 minutos). Pero es tan breve como pude hacerla. Hay muchas piezas en el rompecabezas y tuve que presentar cada una en orden.

Aquí está la charla. El lector encontrará materiales adicionales aquí.

Esta conferencia pública ha sido patrocinada por el Centro de Historia de la Economía Política, por el programa de Filosofía, Política y Economía y por el programa de Valores e Instituciones Americanos de la Universidad Duke. Esta antología ha sido financiada con una beca de la Fundación Thomas W. Smith.

Muchas gracias Bruce y gracias a todos por esta cálida bienvenida.

Bien, el 2016 es un año muy, muy extraño. Se siente muy extraño en todo el mundo: violencia sin precedentes en Siria e Irak, impulsando sucesos políticos en Europa, sucesos novedosos que nadie esperaba. Por supuesto en los Estados Unidos, nuestra temporada política está produciendo algo que nadie esperaba. Muchas personas, tanto de derechas como de izquierdas, sienten que se acerca el apocalipsis si gana el otro bando. De hecho, las cosas están tan mal que muchas personas en todo el país van a votar a terceros candidatos como el Gran Meteorito.

Éste es un momento muy extraño para la humanidad, pero es un momento maravilloso para estudiar psicología moral porque todos estos conflictos, toda esta división, todo esto está impulsado principalmente por personas que piensan que su meta es el bien; están luchando por lo que creen que es una pelea justa. La psicología moral puede ayudar a explicar casi todos estos conflictos, yo diría todos los conflictos, que estamos viviendo en todo el mundo y en todo el país. En otras charlas he aplicado la psicología moral a la situación estadounidense, pero hoy lo que quiero hacer aquí con ustedes en Duke es aplicarla a la universidad. Ésta es la institución en la que nos encontramos. Una tormenta extraordinaria comenzó a azotar a las universidades y obviamente también ha habido agitación y conflicto político en este campus, como en la mayoría de nuestras mejores facultades.

Lo que me gustaría hacer es observar las universidades desde el punto de vista de la psicología moral, mostrándoles dos formas diferentes de ver una universidad. Comenzaré con dos citas de hombres blancos muertos que escribieron en Londres en la década de 1840. Así que un período muy, muy estrecho del pensamiento humano, pero extraordinariamente alejado el uno del otro y lo que dijeron sigue resonando y desarrollándose a día de hoy.

John Stuart Mill, Sobre la libertad. John Stuart Mill sabía mucho sobre las debilidades humanas, sus fobias, prejuicios, lo horrible que podía ser nuestro pensamiento en muchos casos y cómo es que nos necesitamos los unos a los otros para pensar mejor; para corregir nuestro pensamiento. Escribió lo siguiente: “El hombre que no conoce más que su propia opinión, no conoce gran cosa. Tal vez sus razones sean buenas y puede que nadie sea capaz de refutarlas, pero si él es incapaz igualmente de refutar las del contrario, si incluso no las conoce, se puede decir que no tiene motivos para preferir una opinión a la otra”.

Comparen esto, o piensen en una universidad basada en los principios de Mill, y claramente será una que se esfuerce por representar diferentes puntos de vista. Alcanzará la diversidad de puntos de vista y fomentará una cultura de debate y desafío y sólo de esa manera podremos encontrar la verdad juntos.

Por otro lado, Karl Marx, escribiendo casi al mismo tiempo. Ésta es una cita que he escuchado mucho y cuando la busqué en Google, cuando encontré las palabras exactas, resultan bastante similares. Escribió: “Los filósofos sólo han interpretado de distintas maneras el mundo; se trata de transformarlo”. Pueden notar cuán frustrado se sentía con sus profesores, esos académicos que discutían interminablemente sobre tal o cual distinción, y nos está diciendo: “No, necesitamos una revolución. Necesitamos cambiar”. Por lo que, si imaginamos una universidad basada en un enfoque más marxista de la vida intelectual va a ser extremadamente diferente.

Ahora bien, ¿qué tipo de universidad quieren? ¿Quieren una centrada en encontrar la verdad a través del debate o una centrada en última instancia en cambiar el mundo? Y les pediré que voten al final de esta charla.

Cuando llegué a Yale en 1981, esto es lo que decía sobre la puerta, sobre la puerta principal del antiguo campus: “Lux et Veritas”. Está escrito allí mismo en piedra: veritas, verdad. Trabajé en una institución con una larga tradición que se remonta claramente a universidades medievales como Oxford y Cambridge y de ahí a la academia de Platón 2500 años antes. Fue realmente emocionante sentir que me unía a una fraternidad, especialmente como estudiante de Filosofía. Realmente sientes ese vínculo con la academia, con los debates, el simposio y las formas en que estos primeros filósofos argumentaban y, de esa manera, mejoraban el pensamiento del otro. Yale no estuvo totalmente a la altura de su misión; ninguna institución lo está. La facultad tenía una clara tendencia izquierdista, yo tendía hacia la izquierda, pero había una cultura de debate y argumentación muy, muy activa, y era muy divertido. Desde entonces, la academia ha sido mi hogar.

Pero a partir de los 1990, creo, las universidades comenzaron a cambiar. Lo que estaba escrito sobre su puerta comenzó a cambiar y creo que comenzaron a adoptar el cambio en sí mismo como su lema, su mantra. Y no cualquier cambio, no sólo cambio por amor al cambio, sino la justicia social en concreto. La justicia social se vuelve mucho más importante en la vida de las universidades, creo, en la década de los 1990; primero, por supuesto, con los distintos departamentos de estudios: estudios de género, estudios raciales, todos los diferentes departamentos y áreas de estudios étnicos, pero luego también con las humanidades en general. Permítaseme aclarar que muchos de los cambios provocados por estas fuerzas en los 1990 fueron para bien; en la medida en que la facultad se diversificó, fue para bien. En la medida que las áreas estudiadas, ya saben, ¿por qué estudiar sólo a los líderes y los reyes y los presidentes? ¿Por qué no estudiar a la gente común, a la gente oprimida? Por lo que en la medida en que esto estaba ampliando lo que estudiamos, ampliando las personas que estudian, ampliando el canon que leen los estudiantes universitarios, los libros que leen, todo esto fue para bien. Estoy muy feliz con esos cambios.

Pero creo que esto puso en marcha, en los 90, una serie de cambios que resuenan hoy y que pueden ayudar a explicar lo que sucedió el otoño pasado en todo el país y esa rápida transformación que está ocurriendo este año y el año pasado. En mi charla, argumentaré que ninguna universidad puede perseguir ambas. Los individuos pueden, en sus propias vidas, pero una universidad debe tener una misión central y tiene que ser la verdad o la justicia social. No pueden ser ambas. Voy a argumentar que necesitamos un cisma; necesitamos que nuestras universidades declaren claramente en qué dirección van. Pueden ir en cualquier dirección, es un país libre, pero tienen que ir en una u otra dirección y tienen que ser explícitas al respecto, anunciarlo para que los estudiantes pueden elegir a qué tipo de universidad quieren ir. He aquí por qué creo que realmente necesitamos una trayectoria tan radical, una separación tan radical. En mi charla voy a cubrir ocho puntos: El primero es el tema de telos.

Telos es una palabra muy importante en griego antiguo y muy importante, en particular, en la filosofía de Aristóteles. El telos es el propósito final o la meta de un objeto o una cosa. Así que, ya saben, los griegos se sentaban y discutían: “Bueno, ¿cuál es el telos de un cuchillo? El telos de un cuchillo es cortar y, por lo tanto, si este cuchillo no corta, entonces no es un buen cuchillo”. ¿Cuál es entonces el telos de un médico? Bueno, podemos preguntar eso sobre cualquier profesión; cuál es el telos de un médico o un erudito o un juez o un abogado y creo que está bastante claro que el telos de la medicina es la salud y que, si un médico no ofrece salud a sus pacientes, entonces no es un buen médico. Si un juez no imparte justicia, entonces no es un buen juez.

Hay otras profesiones. No se trata de gremios cerrados como los de arriba, pero ciertamente tienen algún tipo de propósito. En los negocios, podríamos decir que el propósito de los negocios es la ganancia. Ahora que enseño en una facultad de negocios tengo una visión un poco más matizada de que el propósito de los negocios en última instancia es crear valor, crear algún tipo de bien o servicio que la gente necesita, por lo que creas valor. Pero, por supuesto, un hombre de negocios que crea valor para los demás y no gana dinero para sí mismo no es un buen hombre de negocios. Podríamos decir que eso es su telos y hay muchas personas que se unen a organizaciones que trabajan por la justicia social y creo que el telos de la justicia social es la igualdad racial que remarco aquí porque ésa es la parte que más entusiasma ahora a este país. Pero incluye la igualdad de género, los derechos LGBT, los problemas medioambientales y todo el conjunto de problemas de los que se ocupan los activistas de justicia social.

Estos campos diferentes interactúan. Cada uno tiene su propia excelencia, su propia pericia y, a medida que se dedican a sus negocios, mejoran la vida de los demás. Es muy fácil ver que estos negocios nos ayudan a todos; no se puede ser médico, académico, abogado o juez sin depender de cientos o miles de empresas para hacer tu trabajo. Aquí están tres de mis compañías favoritas, porque me ahorran tiempo. Me hacen un mejor académico: Amazon, Apple y Google. No podría imaginarme haciendo mi trabajo, como lo hacía en la facultad de posgrado, sin estas empresas. Estas empresas me ayudan a lograr mi telos. Y, por supuesto, todos estos otros campos le devuelven el favor. Obviamente, las empresas confían en los médicos para mantener bajos los costos de investigación de todo tipo, especialmente en las ciencias y, en la justicia, los abogados y los jueces. Cada campo ayuda al otro a ser excelente usando su propia excelencia.

Podemos decir lo mismo sobre la justicia social. Cuando los activistas por la justicia social señalan que los pacientes blancos y negros no reciben el mismo trato, que tal vez los pacientes negros no son tan recomendables para un tratamiento costoso, sea el que sea; si los médicos tratan a las personas de manera diferente según su categoría sin una buena razón médica, no es sólo una violación de la igualdad racial, sino una violación de su telos. No están curando tan bien como podrían. Los activistas por la justicia social ponen a prueba a las personas, encuentran discrepancias, las señalan, ayudan a los académicos a hacer un trabajo mejor; aquí están las áreas que no estás estudiando, así es como lo has estado estudiando mal. De nuevo, cada campo, buscando su propio telos, ayuda a otros a lograr el suyo. Eso es genial, eso es interacción constructiva. Podrías llamarlo simplemente división del trabajo. Y, por supuesto, los otros campos devuelven el favor y ayudan a los activistas por la justicia social a ser efectivos.

Pero hay otro tipo de interacción. Esto es lo que realmente me preocupa. Ocurre a menudo que un campo inyecta su telos en otro. Doy un curso de ética empresarial en la Universidad de Nueva York y muchos de nuestros casos son casos en los que los negocios chocan contra profesores, investigadores, médicos, abogados, ya sabes lo que va a pasar: las personas se corrompen y dejan de perseguir su telos, comienzan a buscar ganancias. Cada vez más médicos en este país hacen negocios, ven a los pacientes como centros de ganancias y piensan “¿Cómo puedo facturar más?” Esto es una violación directa de su telos; esto es corrupción.

El caso más dramático que he visto recientemente, con efectos realmente históricos, es éste: hace un par de semanas en el New York Times nos enteramos de que… ya saben, todos crecimos pensando que la grasa era mala, ¿verdad? Cuando eran niños, les decían que redujesen la grasa. Bueno, nunca fue cierto; nunca hubo una buena evidencia al respecto. La razón por la que les enseñaron eso es porque en los 1960 había un grupo comercial, la Sugar Research Foundation. Estoy seguro de tenían muchísimos investigadores cuidadosos. Y básicamente sobornaron o pagaron… compraron a algunos científicos de Harvard para que escribieran una reseña. No les dijeron simplemente, “Aquí tienen, por favor, escriban una reseña”; les dijeron: “Bueno, aquí están los estudios que queremos que reseñen”. Esto es una violación flagrante del telos del académico. Para hacer una reseña de la literatura especializada en la que se diga: “Dime qué estudios tú, tu industria, quiere reseñar. Escribiremos favorablemente, hecho. Danos el dinero”. Eso es corrupción.

Y eso llevó al gobierno a adoptar políticas que decían… La pirámide alimenticia debe tener muchas féculas y sólo un poco de grasa, lo cual es exactamente al revés. La grasa no es mala para ti; la grasa ni siquiera engorda. Las féculas y los azúcares son los que engordan. Crean una gran reacción de insulina que hace que se almacene la grasa. Pero si comes grasa, te llenas rápidamente y no comes tanto. Por lo que la grasa no engordaba, nunca fue mala para ti. Todo un mito que llevó a una explosión… hubo otros factores, pero este error científico es una de las razones por las que tuvimos una explosión de obesidad en los Estados Unidos que afectó especialmente a las mujeres negras. Las tasas de obesidad de las mujeres negras se dispararon más que en cualquier otro grupo. Incluso la injusticia racial, las desigualdades raciales, surgieron porque estos tres eruditos traicionaron su telos.

Ésa es una interacción destructiva y lo que me gustaría argumentar ahora es que lo mismo puede suceder cuando la justicia social inyecta su telos en otros campos. Cuando todo el mundo piensa en cómo mejorar la igualdad racial en lugar de su propio telos, eso es corrupción. Puede que no creas que es tan malo, no parece tan malo; parece bueno en comparación con el beneficio como motivo. Pero como mostraré, puede tener consecuencias desastrosas, especialmente para las mismas personas a las que se intenta ayudar. Hasta aquí el telos.

La razón por la cual cualquier otro motivo que no sea, por ejemplo, la verdad es malo para el mundo académico es porque los razonamientos están muy, muy motivados. Éste es el aspecto psicológico más importante sobre el que quiero insistir hoy: el razonamiento humano está motivado. No se nos da muy bien el razonamiento objetivo, cuidadoso y equilibrado. Cuando evaluamos una proposición, cualquiera –que la grasa es buena, que Obama nació en Hawái o en Indonesia, o donde sea–, cualquier proposición, la evaluamos. No decimos: “Bueno, ¿cuál es la evidencia de un bando? ¿Cuál es la evidencia del otro? ¿Cuál…?”. No hacemos eso. Nuestros cerebros no están configurados para hacer eso. Empezamos con un sentimiento; queremos creer en X o queremos dudar de X. Nos preguntamos: “¿Puedo creerlo? Quiero creerlo. ¿Puedo creerlo?”, y entonces dejamos de lado nuestro razonamiento para buscar evidencias. Si encontramos una parte de la evidencia ya podemos detenernos, porque ahora estamos… si alguien nos pidiese responsabilidades, diciéndonos: “¿Por qué piensas eso?”, sacas la evidencia y les dices: “Aquí, éste es el por qué”. Esto es lo que nos dice la investigación; tenemos un razonamiento motivado. Les daré un ejemplo.

En un estudio, los sujetos entran al laboratorio, están en un curso de Psicología, aprendiendo sobre métodos experimentales y se les da un estudio. Parece que es del Journal of Science y muestra que el consumo de cafeína está asociado con el cáncer de mama. Su trabajo es evaluar el estudio y criticarlo: ¿Parece un estudio bien hecho? Pues bien, ¿quién creen que encuentra más defectos en ese estudio? Los consumidores de café, sí. Los consumidores de café lo odian, ¿verdad? ¿Todos los consumidores de café? Las mujeres consumidoras de café se preguntan: “¿Debo creer…? ¡No quiero creer en esto! ¿Debo creerlo?”. Y los estudian muy críticamente, despedazándolo: el tamaño de la muestra es demasiado pequeño, no controlaron por esto o aquello, o la edad o lo que sea. Realmente no quieren creérselo y no tienen por qué hacerlo. No tienen por qué hacerlo.

Déjenme mostrarles otro estudio. Los sujetos entran al laboratorio, se sientan frente a un ordenador y se les dice que aparecerán muchas cosas rápidamente en la pantalla. Si presionan este botón al medio segundo de ver una letra, se les dará un centavo. Así que aparecen muchas cosas parpadeando rápidamente, presionan el botón. Vale, ¿qué fue eso? ¿Qué es lo que puse? ¿Alguien lo ve? Bien, si les pagaron para detectar letras, vieron una B. Pero a la mitad de las personas les dijeron: “Obtienes cinco centavos cada vez que veas un número”, y lo ven como un 13. No es que estén locos, no… Hay ambigüedad. Nadie lo ve como una L o un pez o algo así. Ya saben, es una B o un 13 y mientras haya ambigüedad, vemos lo que queremos ver. ¿Puedo creer que es una letra? Sí. Clic.

Así es como funcionan nuestras mentes; vemos lo que queremos ver. Ahora bien, esto tiene enormes implicaciones para el mundo académico porque en el mundo académico a veces, tal vez, resulta que hay cosas que no sabemos y sobre las que no tenemos una opinión, pero por lo general tenemos una idea. Queremos creerlo, aunque sólo sea porque es nuestra idea o tal vez queremos creerlo porque apoya nuestra [ideología] política, lo que sea. No somos indiferentes a nada o lo que sea. Somos indiferentes a muy pocas cosas en el mundo, lo expreses como lo expreses.

Así que, si comienzas queriendo creer una versión de algo, vas a encontrar evidencia para ello y, por lo general, vas a concluir que es verdad. Por ello, los estudios académicos que buscan apoyar una [ideología] política casi siempre tiene éxito en apoyarlo. El académico, a medida que avanza, rara vez, si es que alguna vez, cree que fue parcial: “Son sólo los hechos. ¡Esto es lo que ha descubierto mi investigación!”. Una investigación académica motivada a menudo propaga falsedades placenteras; una vez que se publica algo que agrada políticamente a la mayoría de los académicos, es casi imposible retirarlo porque será citado. Podría hacerse una retractación dentro de su campo, pero se extenderá a otros y vivirá durante décadas como una falsedad.

Sólo hay una posible protección contra la investigación académica motivada: la refutación institucionalizada. Esto significa que, si eres parte de una institución que institucionaliza la crítica y la refutación, las malas ideas, la mala investigación, serán descubiertas y filtradas y así es como se supone que funciona el mundo académico. Ésta fue la genialidad de la ciencia. No es el científico el que es tan racional; es que la ciencia es una comunidad de académicos que critican el trabajo de los demás. Eso es genial y solía funcionar, pero dejó de funcionar en los años 90. Aquí están los datos.

Ésta es una muestra representativa de datos de profesores estadounidenses en todo el país y hasta mediados de la década de 1990… ésta es gente de izquierda, de izquierda y extrema izquierda, éstos de derechas y extrema derecha, éstos son moderados. En los 1990 la proporción izquierda/derecha en la academia todavía era de dos a uno. Sólo dos a uno, de izquierda a derecha. Pero después de unos 15 años, éste fue el período de transformación, desde mediados de los 90 hasta alrededor de 2010 tenemos un cambio radical en el profesorado estadounidense, cuando la generación grandiosa y la generación silenciosa se jubila, son reemplazados por los baby boomers y la Generación X, casi todos de izquierdas. Porque incluso este cinco a uno ocurre con todos; incluye a los profesores de la facultad de odontología y de la facultad de ingeniería y de la facultad de agricultura. Pero si nos centramos en sólo en las humanidades y las ciencias sociales, es… bueno, varía. Acaba de salir un nuevo estudio. Entre 17:1 y 60:1, dependiendo del departamento. Éste es mi departamento, psicología.

Publiqué un artículo sobre este problema con algunos de mis colegas. Observamos todos los datos que pudimos encontrar sobre la orientación política de los profesores de psicología estadounidenses. En 1960, cuatro a uno votaban a Kennedy frente a Nixon y luego se les pidió que recordaran por quién votaron anteriormente, así que aproximadamente dos a uno. En 1960 los profesores eran en su mayoría demócratas. No resulta sorprendente. En 1996 todavía era igual, alrededor de cuatro a uno. Pero miren lo que sucede después, tanto si se mira si se es de izquierdas o derechas o a quién votó, se dispara y los datos salieron la semana pasada, un nuevo artículo de Mitchell Langbert, dan 17:1 para este año. Está subiendo rápidamente. Muy poca gente entiende esto. Muy poca gente en este país sabe cuán radicalmente ha cambiado el profesorado en los últimos 20 años.

Y lo que esto significa es que ustedes, estudiantes universitarios, están expuestos a menos diversidad política que nunca antes en la historia de este país, excepto quizás en el s. XVIII cuando había facultades de teología. Pero desde que se convirtieron en universidades de investigación, nunca ha habido un profesorado tan políticamente homogéneo como el que tenemos este año y todo es muy, muy reciente. Éste no es un cambio lento; es un cambio muy rápido con profundas consecuencias para todo lo que sucede en la universidad.

¿Cuáles son esas consecuencias? Para los estudiantes, creo que esas consecuencias son que los puntos de vista ortodoxos, cualquier cosa que sea políticamente agradable para la izquierda, se defienden con mucha más fuerza que hace 10 ó 20 años, pero con una evidencia mucho menos débil. La gente no sabe las razones de sus creencias porque nunca han sido cuestionadas. Nadie se atreve a cuestionarlas y ésta era la preocupación de Mill, que, si ni siquiera estás expuesto a alguien que crea lo contrario, no puedes saber lo que crees que sabes. En segundo lugar, los estudiantes van pisando huevos en las discusiones de las clases. Éste no es sólo un problema de equilibrio cambiante; también sucede en las redes sociales. Pero lo que me estoy encontrando al hablar por todo el país es que los estudiantes se quejan en privado de que, en sus clases de seminario, cuando alguien dice algo nadie se atreve a disentir. Simplemente no hay un tira y afloja en las discusiones. La gente tiene miedo; tienen miedo de ser crucificados en las redes sociales, tienen miedo… dicen que sobre de ellos mismos; no tanto de los profesores como de sus compañeros. Pero lo importante es que los estudiantes van pisando huevos y eso significa que, en sus clases, espero que sea mejor aquí en Duke, pero lo que estoy viendo en todo el país es que, en las clases, los estudiantes tienen mucho más miedo de hablar y disentir que hace 10 ó 20 años. Avanzan pisando huevos.

Muchos se vuelven intelectualmente frágiles y hablaré sobre la fragilidad en unos minutos, porque si nunca has tenido que defender tus ideas y de repente te las cuestionan, entonces te sientes como, una frase que algunos usan es: “Has invalidado mi existencia”. Ahora los estudiantes dicen eso. Si cuestionas una convicción central, dicen que has invalidado su existencia y eso es una forma de violencia, por lo que no lo podemos permitir eso. No podemos permitir que un orador haga eso en el campus.

Las consecuencias para el cuerpo docente son casi igual de profundas. Ciertamente, hay una mala asignación de esfuerzos, ya que muchas personas se dedican a los temas de moda. Leí recientemente que casi nadie está estudiando o enseñando… que hay una gran disminución en la enseñanza de Historia Militar e incluso de Historia Política. Todo el mundo se centra en temas de moda. Por lo tanto, mala asignación de esfuerzos, pérdida de rigor, miedo a la disidencia y miedo a los estudiantes; los profesores tienen cada vez más miedo de los estudiantes. Todo el mundo es de izquierdas, pero cada vez se pide más explicaciones por cargos de racismo o sexismo y no saben por qué, pero los profesores de todo el país están retirando videos, retirando material. No presentan cosas que puedan ser provocativas porque, ¿qué pasa si un estudiante se siente víctima de alguna manera al escuchar eso? Te llevarán frente a la Comisión de Igualdad de Oportunidades, pasarán semanas o meses. Es horrible.

Así que, de nuevo, estáis expuestos a material mucho menos provocativo. No sé si es el caso de sobre Duke, pero a nivel nacional los estudiantes universitarios están expuestos a material mucho menos provocativo en 2016 que incluso en 2014. Sólo en los últimos dos años, profesores en todo el país han cambiando su enseñanza porque tienen miedo de los estudiantes. Así que eso es razonamiento motivado. Y la razón por la que la ortodoxia política se vuelve tan peligrosa y suceden todas estas cosas extrañas es porque la ortodoxia política, o cualquier tipo de ortodoxia, activa la psicología de lo sagrado.

Como estudio la moralidad y los orígenes de la moralidad, estoy muy interesado en la cooperación, en los orígenes de la cooperación. Casi no hay especies en la Tierra que sean capaces de cooperar en grandes grupos. A las abejas se les da bien; por supuesto, su truco es que son todas hermanas. Todas están en el mismo barco genéticamente. Éste es un montículo de termitas en Australia, de nuevo el mismo truco. La naturaleza descubrió esta forma de crear especies ultrasociales donde millones pueden trabajar juntos para construir algo enorme. Sólo hay una especie en la Tierra que puede hacerlo sin ser hermanos, los humanos. Esto es Babilonia y esto es Tenochtitlan. Y lo que encontramos en el registro arqueológico es que dondequiera que haya civilización, se comienza con templos o al menos nuestro registro comienza con templos. Y creo que la razón por la que siempre comenzamos con templos es que el gran truco de la humanidad, nuestro truco evolutivo durante el último medio millón de años, diría yo, es que desarrollamos una psicología de lo sagrado; evolucionamos para ser religiosos y eso significa que, si damos vueltas alrededor de algo, entonces hacemos que esa cosa sea sagrada y luego podemos confiar el uno en el otro.

Esto está sacado directamente de Emile Durkheim; tomo esto directamente de Emile Durkheim, el sociólogo, creo que uno de los más grandes científicos sociales de todos los tiempos. Aquí tenemos a musulmanes dando vueltas alrededor de la Kaaba en La Meca y, mientras dan vueltas, si tomas un cable y lo mueves a través de un campo magnético, generas electricidad; la capacidad de hacer trabajo, una polaridad, y Durkheim también usó esa metáfora: dijo que los rituales sociales generan electricidad social. Y entonces el grupo puede funcionar como uno solo, pueden trabajar juntos, pueden luchar contra otros grupos. Así que ése es nuestro gran truco y lo hacemos todo el tiempo. No son sólo los dioses y las manifestaciones de un dios. También la bandera, la bandera se vuelve sagrada, especialmente en tiempos de guerra. Los soldados la rodean y luego arriesgan sus vidas unos por otros.

¿Qué es sagrado en una universidad? Quiero decir, ¿en torno a qué damos vueltas? Esta es la Escuela de Atenas de Rafael. ¿Qué están intentando hacer allí? Bueno, obviamente, quiero decir, está justo ahí en el escudo; veritas, ¿verdad? Eso es lo sagrado en una universidad, ¿no? Eso es lo más importante para nosotros, ¿no? Damos vueltas alrededor de eso. Pero mi argumento es que lo que ha estado sucediendo desde 1990 es que ha habido un cambio. Lo más sagrado en una universidad es la víctima; no en todos los departamentos, no en todas las ciencias, pero en las ciencias sociales y, especialmente, en las humanidades, la víctima es lo más sagrado.

Podemos observar esto aquí. Desde los años 90 hay, tradicionalmente, seis grupos de víctimas. Así que la mayoría, cada vez que hay grandes conflictos y controversias políticas, tienden a ser sobre temas de raza, género o LGBT. Esos son los tres grandes. Hay otros tres grupos que también son sagrados, pero parece haber menos controversia en torno a los latinos, los nativos americanos y los discapacitados. Todos importan, pero éstos son, creo, los seis grupos sagrados desde que me uní al mundo académico en los años 90.

Los últimos dos años han sido extraordinarios. Una vez más, al estudiar psicología moral, es como un ir y venir entre “Oh, Dios mío, el mundo se está yendo al infierno y estoy muerto de miedo” y “Oh, Dios mío, ¡esto es increíblemente interesante! No puedo creer que la psicología moral nos ayude a entender cada…”. Así que los últimos dos años han sido extraordinarios porque ha habido una revolución en sólo dos años; hemos agregado un séptimo grupo, los musulmanes… Depende de la facultad, pero en algunas facultades los musulmanes pertenecen ahora a la categoría sagrada. Así que cualquier crítica al islam o a los musulmanes equivale a… bueno, no se puede hacer. Los asuntos sobre transgénero se han disparado desde la oscuridad de hace un par de años hasta la primera línea de la política universitaria actual y, por supuesto, Black Lives Matter desde que todos viéramos esos terribles vídeos a comienzos de 2014, de hombres negros desarmados asesinados. Hay, pues, una gran cantidad de pasión moral que llega al campus y está transformando la vida de la universidad.

Sabes que te encuentras en presencia de algo sagrado cuando cualquier pequeñez, cualquier afrenta o insulto pequeños, provoca una gran reacción. Si alguien en el campus usara una bandera estadounidense o una Biblia en un proyecto de arte, tal vez la pusieran en el suelo, tal vez la mezclaran con algo, ¿crees que estaría bien? Bueno, ya sabes, pasa, pero para la gente de derecha… es muy fácil ver esto en el caso de los conservadores: la bandera y la Biblia son sagradas. Cualquier pequeñez es blasfemia, es traición. Esos son objetos sagrados. También puedes verlo en el caso de la izquierda: obviamente, líderes de derechos civiles, Martin Luther King es un héroe. Cada bando tiene sus objetos sagrados, personas, imágenes, ideas. Y nuevamente, esto es parte de la agrupación humana normal; es lo que hacen los grupos.

Pero a medida que circulas alrededor de los objetos sagrados en tu equipo y generas esta electricidad, obtienes un efecto polarizador que hace que nuestro bando esté del lado de los ángeles; nuestros motivos son buenos, nuestros motivos son puros. Incluso si nos equivocamos sobre esto o aquello, teníamos buenas intenciones. Somos los buenos. Los motivos del otro son malvados; incluso si alguna vez tuvieron razón accidentalmente, no importa, porque sus intenciones son muy malas. Y la expresión más clara de esto, lo que nos ha dado, esta polarización nos ha dado lo que algunos sociólogos llaman cultura del victimismo. Ésta es la clave para entender la nueva cultura moral de los campus en los últimos años.

Estos dos sociólogos, Bradley Campbell y Jason Manning, escribieron este maravilloso ensayo hace dos años. Estaban tratando de entender… comenzaron a oír hablar de microagresiones y se preguntaban, ¿por qué en algunos campus se habla de microagresiones y por qué solo en algunos campus? Y esto fue hace dos años, antes de que la mayoría de nosotros hubiera escuchado el término. Y su análisis es que hay un cambio a largo plazo; las culturas cambian, su cultura moral cambia y muchas culturas, incluida la estadounidense, hace mucho tiempo tenían elementos de una cultura del honor. En una cultura de honor, las personas a menudo evitarán confiar en la ley o en cualquier otra autoridad, incluso cuando esté disponible. Se niegan a rebajar su posición mostrándose dependientes de otro en el manejo de sus asuntos. En una cultura de honor, un caballero no puede tolerar ninguna mancha a su honor y si me insultan de cualquier forma pública, incluso de una manera pequeña, tengo que desafiarlos y hacer que retrocedan o perderé el honor. Y es por eso que te bates en duelo. Hasta finales del s. XVIII, en Estados Unidos teníamos duelos.

Ahora, gradualmente, a medida que ha cambiado nuestro sistema comercial, a medida que nos hemos vuelto más grandes, más diversos, desafiar a la gente a duelos comienza a parecer un poco estúpido en el s. XIX y se desvanece. Y a esto lo reemplaza, dicen, lo que ellos llaman una cultura de la dignidad. En una cultura de la dignidad, la dignidad existe independientemente de lo que piensen los demás, por lo que una cultura de la dignidad es aquella en la que la reputación pública es menos importante. Incluso es encomiable tener un “corazón de piedra”. Los padres pueden incluso enseñar a los niños alguna versión de “Palos y piedras romperán mis huesos, pero las palabras nunca me dañarán”; algo que escuché mucho mientras crecía. Ahora, obviamente, las palabras duelen; todos sabemos que las palabras duelen, pero lo ideal es enseñar a los niños a “no darle importancia”. Si quisieras responder a cada insulto, eres un tonto y estás destinado a una vida de miseria. Así que aprende a ser fuerte, a no darle importancia, a olvidarlo.

Pero lo que Manning y Campbell dicen que ha estado sucediendo, y sucede primero en los campus de los Estados Unidos, es la transición hacia una cultura del victimismo; una cultura del victimismo es una que se caracteriza por la preocupación por el estatus y la sensibilidad a los desaires, al igual que en una cultura de honor. Cualquier cosita puede provocarlo… hay que reaccionar. Por lo que la gente se vuelve intolerante con los insultos, incluso si no son intencionales, como en una cultura del honor, pero aquí reaccionan de manera diferente: no se ocupan de eso ellos mismos. Lo ponen en conocimiento de las autoridades. Si algo sucede, no te ocupas tú de ello. Lo denuncias, vas al rector de la universidad, al decano, a alguien, a alguna persona mayor, a alguna autoridad burocrática, los utilizas para castigar a la persona que hizo esto. En tal cultura, no enfatizas tu fuerza. Son más bien los agraviados los que enfatizan tu opresión y tu marginación social. También señalan que la única forma de ganar estatus no es sólo ser una víctima, sino defender a otras víctimas. Y así, incluso si no perteneces a la clase de las víctimas, puedes ganar estatus persiguiendo agresivamente a aquellos que crees que han marginado a los miembros de esa clase de víctimas.

En Emory, por ejemplo, creo que en enero o febrero, cuando alguien escribió “Trump 2016” no sólo una vez, sino quizás 20 ó 30 veces, la gente escribió Trump por el campus durante la noche. ¿Qué creen que pasó? ¿Creen que los duros estudiantes de Emory sacaron sus esponjas mojadas y toallas de papel y lo borraron? Por favor, no. Estaban asustados, entraron en pánico, dijeron que temían por sus vidas y fueron en masa, se reunieron y fueron al rector y exigieron que el rector de la universidad tomara medidas. “¿Se imaginan a alguien escribiendo eso durante el año electoral?”. Esto es dependencia moral. Al principio, el rector fue muy comprensivo, pero luego, cuando todo el mundo se burló de él, retrocedió un poco y dijo: “Bueno, tenemos que dejar que la gente tenga libertad de expresión”.

Y entonces en el tabloide británico The Daily Mail: “Los estudiantes se asustan porque alguien escribe lemas de Trump”. Así que todo el mundo se ríe de la Universidad de Emory y, básicamente, se ríen de los estudiantes universitarios estadounidenses. Y no sólo el mundo entero; también la mayor parte de los Estados Unidos se ríe de las historias que leen sobre los frágiles estudiantes universitarios. Ustedes no, muchachos, estoy seguro de que son más duros, vinieron a esta conferencia, muchos de ustedes están en el programa de Filosofía, Política y Economía, no me refiero a ustedes. Sino a los estudiantes de muchas otras facultades.

Y la razón por la que esto es tan terrible para los mismos estudiantes es que una vez que la cultura del victimismo llega a su campus, y una vez que llega a la enseñanza, a los estudiantes se les enseña literalmente a ver a las personas como miembros de grupos buenos o malos; hay una raza buena y una raza mala, un género bueno y un género malo. Bueno, malo. Los estudiantes adoptan una visión maniquea del mundo, el bien contra el mal. Esto significa que hay un conflicto y un agravio eternos; nunca puede haber paz en una cultura del victimismo. Hay un conflicto y un agravio eternos porque de eso trata la lucha por el estatus. Los estudiantes avanzan pisando huevos en una cultura de victimismo, todos tienen miedo, todos se autocensuran y eso es lo que los lleva a implementar o exigir una cultura de seguridad. Toda la idea, la idea misma de que un campus universitario está lleno de peligros; cuando son lugares increíblemente seguros. Pero la idea de que las palabras, las ideas y los oradores podrían invalidar la existencia de alguien es tan amenazante que necesitamos protecciones, necesitamos espacios seguros, necesitamos avisos de contenidos provocadores.

El efecto neto es que las mismas personas a las que estás tratando de ayudar se debilitan y se vuelven dependientes morales; se vuelven moralmente dependientes. Dejadme daros un ejemplo. Hace dos semanas, cuando tuvimos el debate Trump/Clinton en la Universidad de Hofstra y para los estudiantes de Hofstra que asistían, había un cartel de “Aviso de contenido provocador”, porque Donald Trump estaba allí. Porque, ya se sabe, es provocador. “Este evento puede resultar provocador: violencia sexual, agresión sexual. Si se siente provocado, sepa que disponemos de recursos para apoyarlo”. Y se enumeran cinco organizaciones diferentes a las que uno puede acudir en busca de apoyo si se siente molesto por culpa de Donald Trump. Éste es un caso muy claro de dependencia moral.

La razón por la que esto es tan malo para los estudiantes es por la otra gran idea psicológica que quiero compartir con ustedes, que es la antifragilidad. Mi primer libro, La hipótesis de la felicidad, trataba sobre diez grandes verdades; intuiciones de todas las regiones del mundo y a lo largo del tiempo. La verdad número siete es que las personas son antifrágiles. Como dijo Friedrich Nietzsche, lo que no me mata me hace más fuerte y hay mucha investigación al respecto. No siempre es cierto; hay TEPT, hay algunas cosas que pueden dañarte, pero en su mayor parte, es verdad. Es una gran verdad porque fue advertida por muchos sabios en diferentes culturas. Mengzi, o Mencio, dijo: “Cuando el cielo esté a punto de conferir una gran responsabilidad a cualquier hombre, ejercitará su mente con sufrimiento, someterá sus tendones y huesos a un duro trabajo y pondrá obstáculos en el camino de sus acciones para estimular su mente, endurecer su naturaleza y mejorar dondequiera que fuera incompetente”. No puedes ser un gran hombre o una gran mujer a menos que hayas sufrido, te hayas enfrentado a la adversidad, hayas sido golpeado, hayas fracasado y regresado, levantándote 50, 100, 500 veces. Ése es el único camino a la grandeza.

Hay un libro maravilloso de Nassim Taleb titulado Antifrágil y ésta es su idea principal. Y a Taleb, hablé con él sobre esto, le gustaría poder encontrar una palabra mejor, pero no la hay, así que acuñó esta palabra, “antifrágil”. Pero es totalmente adecuada y describe la antifragilidad como “Sistemas que aumentan en capacidad, resiliencia o robustez como resultado de errores, fallos, ataques o fracasos”. Y deja muy claro que no está hablando de resistencia: si algo es resistente significa que puedes golpearlo y no se romperá, pero tampoco se hará más fuerte. No, se refiere a cosas que realmente mejoran.

Los ejemplos que nos ofrece, que cualquiera puede ver, es como los huesos. Los huesos se endurecerán y endurecerán más en la medida en que sea necesario, por lo que, si no esfuerzas demasiado tus huesos, si no los trabajas, si estás en ingravidez durante meses, se vuelven más y más débiles y, cuando experimentes peso, se romperán. El sistema inmunológico funciona de la misma manera: espera experimentar. Si crías a tus hijos y usas muchas toallitas antibacterianas, estás inutilizando su sistema inmunológico porque el sistema inmunológico humano no puede llegar a la edad adulta a menos que experimente millones y millones de tipos de bacterias, anquilostomiasis, todo tipo de parásitos de los que espera aprender. Por lo tanto, el sistema inmunitario quedará inutilizado si proteges a tus hijos. Y, por supuesto, los niños; los niños se volverán inútiles si se los protege, como si los envolviéramos en plástico de burbujas, y esto es lo que hemos comenzado a hacer…

La forma de educar a los hijos en los Estados Unidos cambió en los 1980 por una serie de razones históricas. En los 1980 comenzamos a proteger masivamente a nuestros hijos. Es cierto que hubo una ola de delincuencia, así que no era algo imaginario, y se intensificó en los 1980 con la llegada de la televisión por cable. Así que teníamos miedo; temíamos por nuestros hijos, resulta que innecesariamente, pero lo cierto es que los cubríamos con una mantita ya a principios de los 1980 y no sólo cuando eran bebés. La paternidad helicóptero realmente despega en los 1990, los niños se crían… por una variedad de razones, los padres siempre están ahí, ayudando: “Espera, toma, necesitas una tirita. ¿te acuerdas de tal o cual?”. Con lo que los niños no pasan tiempo sin ser supervisados.

Ese tiempo sin supervisión solía ser una característica de la infancia; cada niño pasaba todos los días mucho tiempo sin supervisión. Se la apañaban, tendrían peleas en el recreo, alguien los llamaría estúpidos, se pelearían, pero estas son las experiencias que te hacen crecer. Y, por supuesto, ahora esto llega hasta la universidad. De vez en cuando escucho de… la gente de negocios me dice que cuando rechazan a alguien para un trabajo, resulta que sus padres, los padres del niño, los llaman.

¿Qué crees que ocurrirá? ¿Cómo es que cuando la Universidad de Hofstra tiene el gran honor de albergar el primer debate electoral, cómo diablos es que Hofstra, en lugar de decir a sus estudiantes, “¡Hurra! ¡Ve a sentarte en la primera fila!”, cómo es que se precipitaron sobre ellos y les dijeron, “Mirad, niños, si os sentís molestos, aquí hay cinco números a los que podéis llamar. Estamos aquí para ayudaros”? Esto no les está ayudando porque la cultura de la seguridad es debilitante, es paralizante, es algo terrible, terrible. Los que abrazan, los que abrazan como identidad, mi identidad es que soy víctima, soy miembro de un grupo marginado u oprimido… no niego que haya opresión. Lo que estoy diciendo es que cuanto más fomentas eso como tu identidad central, más débil te vuelves, cuanto más te enojas, menos probabilidades tienes de prosperar después de dejar la burbuja de seguridad.

¿Quién se vuelve más fuerte con esto? Los hombres blancos heterosexuales. Los hombres blancos heterosexuales son los únicos beneficiados aquí, porque durante cuatro años se les dice: “Sois los malos, los malvados y no disponemos de recursos para apoyaros”. ¿A qué suena eso? Críticas frecuentes y ningún apoyo especial. ¿A qué suena eso? A un trabajo, ¿verdad? Eso es lo que es un trabajo, ¿de acuerdo? Así que los hombres blancos heterosexuales tienen cuatro años de preparación para un trabajo, mientras que cualquiera que abrace esa identidad tiene cuatro años de falta de preparación o como lo queráis llamar. A medida que voy dando estas charlas y hablo con la gente y me encuentro con gente de negocios en Stern, me dicen: “¿Qué está pasando? Quiero decir, yo no quiero contratar a estos niños. Me van a demandar, se van a poner a llorar. No quiero a estos niños de esta cultura de la seguridad”. Así que, nuevamente, la cultura de la seguridad es debilitante. Si ves señales de eso aquí en Duke, corre como el demonio. O mejor aún, argumenta en contra.

Puede que tengas algunos problemas para argumentar en contra porque nuestro punto número cinco es la presencia de leyes contra la blasfemia. Di clases durante 16 años en la Universidad de Virginia, una facultad maravillosa. Lo siento, se supone que no debo decir eso aquí, ¿verdad? Es una facultad que no queda muy lejos. Y en muchas partes de sus instalaciones encontramos estas palabras de Thomas Jefferson: “Esta institución se basará en la libertad ilimitada de la mente humana, porque aquí no tenemos miedo de seguir la verdad a dondequiera que nos lleve, ni de tolerar ningún error mientras la razón queda libre para combatirlo”. Y básicamente se está refiriendo a la refutación institucionalizada. Ese es el propósito de una universidad. Nos dice que no habrá leyes contra la blasfemia en la UV; puedes decir lo que quieras y la gente simplemente lo discutirá si te equivocas.

Pero en una universidad de justicia social hay muchas leyes contra la blasfemia. Aquí os dejo algunas que me vienen a la cabeza: el racismo y el sexismo son endémicos, las víctimas no son culpables de encontrarse en su estado actual, no hay diferencias en habilidad o interés y la discriminación positiva es buena y cuanta más mejor. En la mayoría de las universidades, si no está de acuerdo con algo de esto públicamente, puedes esperar una respuesta muy severa.

¿Por qué importa esto? Hay muchos problemas que queremos resolver, hay muchas cosas en las que queremos pensar, hay muchas desigualdades raciales, hay muchas desigualdades de género. Tenemos que entender lo que está pasando, ¿verdad? Por ejemplo, un viejo problema es que las mujeres están subrepresentadas en la facultad de los departamentos STEM, Ciencia, Tecnología, Ingeniería. ¿Qué podemos hacer? Bueno, en Harvard, creo que en 2004, hicieron una conferencia. Fue una conferencia a puerta cerrada, sin público, sin prensa, para expresar ideas. Invitaron al rector de la universidad, que es economista, Lawrence Summers, y le pidieron que diera su opinión. Es el rector de una universidad importante. ¿Tiene alguna idea sobre por qué no podemos aumentar los números en nuestros departamentos STEM, el número de mujeres? Entonces da una charla, la podéis encontrar en línea, y…

Bueno, sí. Mucha gente piensa que dijo que las mujeres no son tan inteligentes como los hombres y eso no es en absoluto lo que dijo. De hecho, os insto a que busquéis en Google “Lawrence Summers women in STEM” y si lo leéis, que no es tan largo, es un cuidadoso modelo de pensamiento para las ciencias sociales. Las ciencias sociales te enseñan a pensar en múltiples formas de causalidad. Es difícil saber qué es qué. Y lo que hace es llegar y decir: “Supongo que hay muchas causas” y enumera tres; una de ellos es la discriminación. Pero entonces dice: “Bueno, una de las tres causas podría ser”, podría ser, “que hay una diferencia en la desviación estándar de las puntuaciones de CI”. No dice que los hombres sean más inteligentes, porque no lo son; el coeficiente intelectual es el mismo. Pero la distribución es diferente, de modo que, con cuatro desviaciones estándar por encima de la media, habrá más hombres.

Así que esto es estadísticamente de lo que está hablando, de que las puntuaciones de CI para las mujeres en los Estados Unidos, tienen la misma media, pero el estándar de desviación es mayor para los hombres. Si buscamos desviaciones estándar por encima o por debajo, hay más hombres. Hay más hombres en lo más alto y en lo más bajo. Numerosos estudios muestran que tal es el caso con las medidas de habilidades cuantitativas. Hay algunos estudios que sugieren que tal vez sea más bajo en otros países, tal vez esté cambiando con el tiempo, por lo que esto podría ser algo que acabará cambiando, pero lo importante es que, en la historia reciente, durante muchas décadas, esto ha sido así. Ésta es la población de personas de las que tomamos muestras que solicitan empleos como profesores de química en Harvard. Van a venir desde lo más alto. Esa podría ser una de las tres razones, eso es lo que dijo. Uno de los tres. Sí, discriminación, pero quizás también… Eso es lo que hacen los economistas: dibujan gráficos, averiguan cosas a partir de… eso es lo que hacen.

¿Qué sucede? ¿La gente se pone a discutir con él? Eso no lo sé, tal vez alguien lo hizo, pero lo importante es que hubo tanta indignación, indignación no sólo en Harvard, sino en todo el país, que finalmente se vio obligado a dimitir. Ahora es un tipo belicoso que se ha hecho muchos enemigos y no sólo esto, sino que el hecho de que lo expulsaron finalmente por esto es una mancha, creo, no sólo para Harvard, sino para todos los científicos sociales que lo defendieron, porque plantear tal posibilidad es un pensamiento propio de las ciencias sociales absolutamente simple, obvio, directo y de calidad. Porque cometió blasfemia y, de hecho, violó tres de esas cuatro reglas; no lo negaba, pero sólo decía que tal vez la razón no es sólo el sexismo. Tal vez hay otras razones. Y está culpando a la víctima; está diciendo que tiene algo que ver con las mujeres. No puedes hacer eso. Y, por supuesto, está diciendo, bueno, tal vez, no es una diferencia promedio, pero tal vez el extremo superior… De nuevo, blasfemia. Cometió tres formas de blasfemia con ese simple argumento y por eso lo despidieron.

Aquí hay otro ejemplo: la pobreza en los Estados Unidos afecta especialmente a los niños y especialmente a los niños de familias negras, nativas americanas y latinas. Uno de nuestros mayores problemas, uno que preocupa a la mayoría de los estudiantes universitarios, uno que preocupa a la mayoría de los profesores. Después de un largo proceso terminé, porque no soy partidista, no soy de izquierdas ni de derechas, sino que escribo sobre estas cosas, terminé presidiendo un grupo con los principales estudiosos de la pobreza de Estados Unidos de izquierdas y de derechas. Nos reunimos para tratar de llegar a un consenso sobre la desigualdad, fracasamos, pero en esa primera reunión descubrimos que a todos nos preocupaba mucho la pobreza infantil, la transmisión de la pobreza y así que, ¿podemos unirnos como grupo bipartidista y hacer algunas recomendaciones basadas en la investigación? Y la respuesta fue sí y fue fascinante.

Trabajamos juntos durante poco más de un año y, ya de inmediato, la izquierda quería enfocarse en esas tres causas [cambios económicos, sistema político manipulado, racismo sistémico], la derecha quería enfocarse en esas tres causas [descenso de matrimonios, dependencia o falta de representación, decisiones personales irresponsables] y la cuestiones que todas son correctas. Ambos bandos tienen razón. Es económico y es familiar. Ambos bandos tienen razón; se necesita todo esto. Y después de un año obtuvimos lo que creo que es el mejor análisis de la pobreza estadounidense de los últimos 30 años y creo que el único… Bueno, el mejor plan que existe, creo, para abordarla realmente. Porque conseguimos que todos estuvieran de acuerdo, e incluso conseguimos, fue increíble, conseguimos que la gente de la izquierda estuviera realmente de acuerdo en que el matrimonio es realmente muy, muy importante para comprender la pobreza y la desigualdad y conseguimos que la derecha estuviese realmente de acuerdo para recomendar el control de la natalidad. Tienes que mirar la letra pequeña y leer entre líneas, porque fue realmente difícil lograr que la gente aceptara violar sus valores sagrados y la gente estaba realmente preocupada por lo que sus colegas iban a decir, pero lo hicieron. Y así se nos ocurrió un informe de consenso. Fue realmente emocionante hacerlo.

¿Qué hubiera pasado si hubiéramos hecho esto en una universidad? Bueno, un conservador era de una universidad, había uno de la Universidad de Nueva York, pero todos los demás conservadores estaban en grupos de expertos porque no pueden conseguir trabajo en las universidades. Si esto se hubiera hecho sólo dentro de los departamentos de sociología o economía… Bueno, la economía es diferente. Pero si se hubiera hecho sólo en una universidad, no podríamos haberlos considerado; serían blasfemia. No puedes culpar a la víctima, así que los habríamos eliminado.

La situación es ésta: las ciencias sociales son muy, muy difíciles. Estás lidiando con situaciones en las que normalmente no puedes hacer experimentos reales y siempre estás lidiando con multicausalidad sobre cosas que piensan y se mueven. Es algo realmente difícil. Necesitas muchas herramientas. Pero lo que ocurre en la Universidad de la Justicia Social es que dicen: “¿Un tercio de las herramientas? No. No. No puedes usarlos. Si lo tocas, te pegamos un tiro”. Ésta es la herramienta estadística más importante que debéis comprender y que se acepta universalmente, excepto cuando entra en juego la justicia social. Aquí tenéis un gráfico, estos son datos muy recientes sobre el desglose de empleos por género en Silicon Valley.

Éstas son algunas de las principales empresas de Silicon Valley y, como se ve en verde, en los trabajos no tecnológicos las mujeres representan aproximadamente el 50% de la fuerza laboral de Silicon Valley. Pero en los trabajos de tecnología, están por debajo del 20%, con un promedio de alrededor del 15%, 17%. Mirad ese gráfico y decidme, ¿veis evidencia en ese gráfico de sexismo institucional o sistémico? Que levanten la mano los que ven evidencia de sexismo institucional o sistémico. Por favor, levantad la mano ahora mismo. ¿Nadie? Debéis ser un montón de libertarios de derechas… No puedo creerlo, no puedo creerlo, porque normalmente… he mostrado esto en algunas facultades y muchos levantan la mano. Quiero decir que ésta es la típica definición de sexismo institucional o sistémico; una disparidad de género. Bien, entonces mi próxima demostración va a fallar porque… Muy bien, aquí va.

Ésta es la brecha de género en los doctorados del año pasado. Si se observa a todos los estadounidenses que obtuvieron un doctorado, la distribución es ésta. En ingeniería, había alrededor de un 75% de hombres y en negocios, un 55% o algo así de hombres. Está bien, levantad la mano los que veis sexismo institucional o sexismo sistémico aquí. Vale, no hay manos. Bueno, tenemos un par… Vale, un par de manos. En realidad, sobre… Algunas personas que me están haciendo señas porque… Muy bien. En las facultades en las que he estado levantan muchas manos con éste.

Veamos las otras disciplinas. Estas son las otras disciplinas principales y en las otras disciplinas dominan las mujeres, como lo han hecho desde los 90. Las mujeres, por supuesto, están en la mayor… Bueno, las mujeres están en la mayoría de las licenciaturas, maestrías y doctorados en este país. A las mujeres les está yendo muy bien en la facultad, el rendimiento de los hombres está bajando y bajando, especialmente en lo que respecta la mitad inferior en cuanto a distribución de ingresos. Las mujeres dominan el mundo académico en cuando a títulos y están obteniendo doctorados en campos diferentes a los de los hombres.

Tal vez esto sea sexismo sistémico o tal vez refleje algo que ahora sabemos, creo, con bastante grado de confianza, que es que la testosterona prenatal, cuando entra al útero o se genera… Lo siento. Todos comenzamos como niñas en el útero y, luego, si hay un cromosoma Y eso desencadena una cascada de eventos que conducen a un pequeñísimo pulso de testosterona que cambia los genitales al patrón masculino y cambia el cerebro al patrón masculino. Y como parte de esa transición de mujer a hombre, los cerebros se vuelven menos buenos a la hora de empatizar, leer emociones, ser sensibles y más buenos, más buenos, mejores para sistematizar. Pero lo que sucede es que los niños están más interesados ​​en jugar con las cosas y las niñas más con las personas y esto se refleja en las elecciones ocupacionales. En el Campeonato de Psicología encontraron mucha evidencia de ellos y podéis verlo en las preferencias de carrera de los estudiantes de secundaria.

Estos son datos del índice STEM de US News/Raytheon y lo que muestran… cuando se les pregunta a los estudiantes de secundaria: “¿Qué quieres ser de mayor? ¿En qué campo quieres entrar?” Ésta es la línea para las mujeres que dicen ciencia y podéis ver que en realidad el número ha aumentado de 2000 a 2014 y ésta de aquí es la línea para los hombres. La línea para los hombres y mujeres es básicamente indistinguible si sólo dices “ciencia”. Lo cual es genial; el interés de las mujeres por la ciencia ha ido en aumento, así que son estas líneas de aquí. Pero si miramos específicamente a la tecnología, “¿Quieres dedicarte a la tecnología?”, la línea para los niños en la escuela secundaria es mucho más alta, muchas veces más alta que la línea para las niñas y la brecha es cada vez mayor. Estamos redoblando nuestros esfuerzos para alentar a las mujeres, eso es genial, pero no está teniendo ningún efecto. Y si miráis la ingeniería, es incluso peor. Si miráis la tecnología y la ingeniería, a los chicos de secundaria realmente les va eso y muy pocas chicas de secundaria dicen que quieren dedicarse a ello.

Tal vez pueda argumentarse que eso es una especie de sexismo, tal vez puedas ir más allá, pero en cierto punto creo que hay que mirar este gráfico y decir: “Las mujeres obtienen la mayoría de los doctorados, las mujeres se van a ciencias, pero están eligiendo ciencias diferentes”. ¿Y hasta qué punto puede decirse que, si las mujeres no son el 50% de todo, es sexismo? ¿Es realmente una conclusión lógica?

El problema más serio de esto y la razón por la que estoy tan preocupado por ello, por la que dedico tanto tiempo a esto, es que hay un problema muy, muy serio en las ciencias sociales; que es que cada uno de nosotros, cada uno en cada departamento de ciencias sociales sabe que correlación no implica causalidad. Lo sabemos tan intensamente que… quiero decir, nunca nos permitimos salirnos con la nuestra. Si estás en una fiesta y alguien que no es un científico social dice algo, ya sabes, no podemos dejar de repetirle: “Bueno, pero correlación no implica causalidad”. Y si estamos soñando y alguien en mi sueño… o sea, lo corrijo en mis sueños. Todos lo sabemos.

Así que tenéis un gráfico. El autismo, a la vez que el autismo ha aumentado desde los 90 también lo han hecho las ventas de alimentos orgánicos. ¿Qué pensáis? ¿Creéis que el autismo lo causa la comida orgánica o creéis que son las personas autistas las que compran comida orgánica y por eso suben? ¿Cuál de los dos? Y si eres un científico social probablemente digas que ninguna de ellas; eso es sólo una correlación. Hay muchas maneras de explicar eso. Aquí hay otro que encontré en Google, más por menos. Las personas que tienen más sexo ganan más dinero. ¿Qué pensáis? ¿Creéis que, si actualmente estás en una relación y tienes más sexo, tus ingresos aumentarán? ¿Crees que esa es la forma en que funciona? ¡Por supuesto que no! Hay una tercera variable. Entonces, un científico social diría instantáneamente: “¿Cuál es la tercera variable?” Y la tercera variable es la extroversión y apertura a nuevas experiencias. Las personas que tienen ese rasgo tienen más sexo y ganan más dinero. Sabemos esto. Todos sabemos esto.

Pero de repente le presentas a la gente una disparidad y todos dicen: “¡Dios mío! Causalidad. El hecho de que esa persona sea una mujer es la razón por la que no fue contratada”. Todo lo que tenemos es una correlación entre el género y los resultados, pero imputamos causalidad y sabemos que la causalidad es discriminación; podría ser individual o podría ser sistémica, pero es discriminación. Entonces, en la Universidad de Justicia Social, te enseñan que, si un grupo está subrepresentado, prueba, o al menos sugiere fuertemente, que existe una discriminación sistémica o estructural contra ese grupo. Eso es lo que aprendes en UJS. Ahora bien, esto es erróneo; completamente incorrecto. No hay forma de defenderlo… No debería decir que nose puede defender, estoy seguro de que alguien podrá defenderlo, pero creo que está mal, y en seguida lo veremos.

En la Universidad de la Verdad os enseñamos que correlación no implica causalidad. De hecho, ésta es una lección tan importante que quiero que todos digáis en voz alta conmigo ahora mismo. Cuando diga “Uno, dos, tres” lo repiten. Uno, dos, tres: Correlación no implica causalidad. Gracias. Así que por favor recuerden eso y díganselo a sus profesores cuando lo violen.

No estoy negando que haya racismo y sexismo. No quiero negar las indignidades que sienten las mujeres y, especialmente, las afroamericanas; leo las historias de mis alumnos. No digo que todo esté bien. Pero lo que estoy diciendo es simplemente que argumentar que una disparidad muestra que algo sistémico es erróneo. Os estoy invitando a mirar más de cerca. Por todos los medios, mirad más de cerca; necesitamos activistas de justicia social que se comprometan a mirar más de cerca. Eso sería genial, es necesario y a veces encuentran algo. Pero hay que buscar terceras variables y hay que…

En última instancia, la prueba más poderosa es un experimento de manipulación y así se hizo. Williams y Ceci en Cornell se inventaron todo tipo de curricula que mostraban niveles equivalentes de éxito en la investigación y productividad, los enviaron a profesores en los campos STEM y observaron quién fue seleccionado, preseleccionado para una entrevista. ¿Y qué crees que pasó? Sí, hubo parcialidad. ¿Hacia dónde crees que se fue? Todos son de izquierdas, todos están realmente preocupados por lograr que las mujeres vayan a ciencias, todos están realmente preocupados por la desigualdad de género, la desigualdad racial, así que, por supuesto, estos profesores preferirían traer a una mujer. Llevan intentando igualar las cosas desde los años 90. Por supuesto, si está solicitando una plaza y eres mujer, por supuesto que tienes una ventaja. Y no estoy diciendo que eso esté mal; lo entiendo, no pasa nada. Pero de ahí a decir que la disparidad muestra que los campos STEM son sistemáticamente sexistas, cuando es exactamente al revés; son sistémicamente anti-sexistas.

Así que la próxima vez que alguien, especialmente uno de vuestros profesores, os diga que cierta disparidad muestra una violación de la justicia social, lo que quiero que les digan es: “Resultados dispares no implican un trato dispar”. A la de tres, por favor decidlo en voz alta conmigo ahora mismo. Uno, dos, tres: resultados dispares no implican un trato dispar. OK, gracias. Una vez más, os estoy invitando a trabajar y a mirar, pero ya sabéis, las acusaciones falsas son malas. Y en nuestra sociedad, en el mundo académico, las falsas acusaciones de racismo y sexismo son alardeo moral. La gente lo hace todo el tiempo porque es bueno acusar a la gente de racismo y sexismo, pero creo que eso está mal.

Mi último punto es sobre la justicia: ¿Qué es la justicia? La psicología básica de la justicia, la teoría principal que nos ayuda a entender la justicia, se llama teoría de la equidad y es una proposición muy simple. Es que todos hacemos un seguimiento de nuestras relaciones sociales, pensad en vuestra situación vital si tenéis compañeros de cuarto o vivís en una casa compartida. Todos hacemos un seguimiento, ¿cuál es la proporción de mis aportaciones? ¿Cuánto trabajo estoy haciendo y qué estoy obteniendo por él? Esa es la proporción. Y si María está recibiendo más… si su proporción es más alta, eso es molesto. Así que hacemos un seguimiento de las proporciones de los demás. Y la igualdad es un tipo de ecuanimidad muy importante, la igualdad es un caso especial; si nuestras aportaciones son todas iguales, entonces por supuesto, por supuesto, nuestros resultados deberían ser iguales. Por lo que, si el resultado final es bueno, entonces, por supuesto, la inversión inicial debería serlo, ¿de acuerdo?

Pero, ¿qué pasa si estás haciendo más trabajo que María y María está haciendo más trabajo que Roberto, pero vuestras recompensas son todas iguales? En una familia podemos tolerar eso, pero aquellos de vosotros que tenéis compañeros de cuarto o compartís piso, ¿qué porcentaje de vosotros piensa que hace más de lo que le corresponde, como en la limpieza y la compra de comida? Levantad la mano si creéis que hacéis más de lo que os corresponde. Bueno. Y levantad la mano si creéis que hacéis menos de lo que os corresponde. Vale, algunos. Está bien. En general, la gente tiene prejuicios; hacen un razonamiento motivado, piensan que hacen más de lo que les corresponde.

He leído muchas definiciones de justicia social. Es muy difícil entender exactamente cuál es la definición de justicia social, pero creo que se divide en dos partes. Los activistas por la justicia social están muy centrados en el trato desigual de las personas y ese es un subtipo de justicia. Eso es bueno, todos deberían estar de acuerdo en que es algo en lo que hay que concentrarse. Si se trata a las personas de manera diferente porque son negras, homosexuales o mujeres, está mal, es un ultraje, debería detenerse, alguien debería detenerlo. Pero hay otra parte de la justicia social. La justicia social, como la que he experimentado, como la que he oído, sobre la que he leído, no se centra principalmente en el trato desigual. Se centra principalmente en los resultados dispares y cuando la justicia social se centra en lograr resultados iguales para todos los grupos, deja de ser un subconjunto de la justicia. Una parte es justicia, otra parte está fuera de la justicia y si queréis entender por qué, os pondré un ejemplo.

En 2006, bajo George W. Bush, el Departamento de Educación comenzó a procesar delitos bajo el Título IX. Algo que notaron es que, en las escuelas públicas de todo el país, los niños eran disciplinados, expulsados ​​y suspendidos con más frecuencia que las niñas y las proporciones eran gigantescas; quiero decir, a menudo era de 10:1 o más. La administración Bush pensó: “Esto es injusto. Es una violación del Título IX. No se puede discriminar a los niños de esta manera”, por lo que les dijeron a las escuelas que debían eliminar las disparidades de género en los castigos. ¿Qué hicieron las escuelas? Bueno, ¿qué van a hacer? Ahora tenían que tomar fuertes medidas contra las niñas; si una niña hace algo malo, porque las niñas se comportan mucho mejor que los niños, si una niña hace algo malo, tenemos que suspenderla. Y si un niño hace algo que no es violento, tenemos que mirar hacia otro lado porque tenemos que reducir esa brecha.

Pensad en esto. Sabemos que los niños tienen muchos más problemas de comportamiento que las niñas. Tienen muchos más trastornos externalizantes, cometen más delitos violentos, no sacan tan… Sus calificaciones no son tan buenas. Sabemos que la tasa de violencia de los niños es muy, muy superior a la de las niñas. Si el objetivo es hacer que las tasas de suspensión sean las mismas, ¿es justo? ¿Es eso justicia? Levantad la mano si creéis que es un objetivo justo o equitativo. Levantad la mano. Está bien, nadie. Porque eso es una abominación de la justicia.

Gracias a Dios esto no sucedió. Me lo he inventado, ¿de acuerdo? No sucedió. Pero lo que sí sucedió fue esto: en 2014, la Oficina de Derechos Civiles del Departamento de Educación de la Administración Obama notó que los índices de castigo son muy dispares según la raza. Esto es cierto. La Ley de Derechos Civiles prohíbe tal discriminación y les dice a las escuelas que deben eliminar estas disparidades, les envían una de sus infames cartas de “Estimado colega” advirtiendo a las escuelas: “Es mejor que igualen los índices o vamos a por ustedes”. Y así, las Escuelas Públicas de Minneapolis, el administrador del jefe de las escuelas públicas, presenta un nuevo plan que hará que sea mucho más difícil suspender a los niños de color y, por supuesto, intentarán tomar fuertes medidas contra los niños blancos y asiáticos porque tienen que igualar esos números.

¿Qué pensáis? Sabemos que la tasa de violencia de negros y latinos es más alta, no sólo por las tasas de delincuencia correspondientes fuera de la escuela, sino también por el hecho de que los niños criados sin matrimonio, los niños criados con hombres entran y salen, tienen muchos más problemas de conducta. Sabemos, pues, que los índices son diferentes y si el objetivo es igualar los índices de castigo, ¿es justo? Levantad la mano si creéis que sería justo. Así que esto es una abominación desde el punto de vista de la equidad o de la justicia. Y por eso digo que cuando la justicia social como yo la veo, como la practicamos en este país, cuando la justicia social exige un trato igualitario, es justicia, es justa, es buena, y cuando exige resultados iguales sin preocuparse por contribuciones o diferencias, es injusto y la única forma de lograr esos resultados iguales es a través de la injusticia. Si simplemente hicieran esto, la mayoría de los conflictos con la verdad desaparecerían y no necesitaríamos este cisma. Pero eso implicaría cometer una blasfemia, así que no aguantéis la respiración.

Bien, ésta es mi presentación. La implicación entonces es que estos dos son incompatibles como telos de una universidad; cada cual debe elegir uno. Afortunadamente, el cisma está en marcha. La Universidad de Brown se ha ofrecido como voluntaria para dirigirlo. Christina Paxon escribió a la facultad diciendo que Brown tiene un compromiso fundamental con la justicia social. La facultad respondió en el periódico: “Aplaudimos la llamada a unirnos en torno a una agenda universitaria de justicia social”. Unirse a su alrededor, rodear nuestro valor sagrado, eso es lo que nos mantiene unidos. Brown, pues, nos enteramos la semana pasada, su proporción izquierda/derecha en humanidades y ciencias sociales es de 60:1; es la facultad más izquierdista de entre las principales facultades del país. Una relación izquierda/derecha de 60:1 en Brown. Así que Brown, está bien, que lo hagan. Van a gastar 100 millones de dólares en diversidad e inclusión. Es su elección, es su dinero, es el dinero de sus donantes, lo que sea. Van a gastar mucho dinero en diversidad e inclusión, así que van por ese camino.

Chicago ha declarado lo contrario. La Universidad de Chicago envió una carta redactada con bastante torpeza; es una tontería que digan “No permitimos espacios seguros”, pues hay un derecho de asociación, pero lo que el decano de estudiantes quiso decir es que las aulas en Chicago no son espacios seguros. Eso es lo que estaba tratando de decir.

Van a liderar el cisma y creo que lo que estoy pidiendo no es realmente muy radical porque ya sucedió. Estas facultades, solían ser facultades de teología, y todavía tenemos facultades que se dedican a Jesucristo. Aquí está Wheaton College y allí mismo en su sitio web dice: “Por Cristo y Su Reino”. Ese es su telos. Si vas a esa facultad, nuestra misión es servir a Jesucristo. Ahora vas a tomar cursos de inglés y cursos de historia, por supuesto, pero lo tienen claro; nuestro telos es servir a Jesucristo. Así que ya hemos tenido un cisma donde algunas facultades, originalmente todas facultades cristianas, algunas se fueron con Cristo, algunas se fueron hacia la verdad. Ya hemos tenido ese cisma. Todo lo que digo es que tengamos uno más; necesitamos uno más. Ya tenemos un lugar para las personas de la derecha religiosa, pueden ir allí. Las personas de extrema izquierda, de la justicia social de izquierdas, pueden ir a Brown, pero, ¿no deberíamos tener algunas facultades para personas que no están en la extrema derecha o en la extrema izquierda?

Y ésta es mi pregunta para vosotros, para Duke. Bueno, ya me hago la idea de por qué vais a votar, pero, ¿hacia dónde quieres ir? Levantad la mano si creéis que el telos de Duke debería ser servir a Jesucristo. Levantad la mano. Bien, de hecho, tenemos cuatro. Bueno. Levantad la mano si creéis que el telos de Duke debería ser la justicia social. Levantad la mano. Uno, está bien. Y levantad la mano si creéis que debería ser verdad. Está bien. Bueno, bueno, está bien. Lo siento. Tengo un poco…

Estudiante: ¿Hay manos para rechazar falsas dicotomías?

Jonathan Haidt: Te refieres a tricotomías. No, sé que alguien lo rechazaría, pero creo que tenemos una muestra clara de cuál es el sentimiento general. Vale.

Así que eso es lo que quería señalar con el cisma. ¿Qué puede hacer Duke para afirmar su telos? Bueno, no sé si esto es representativo del campus, me imagino que no, pero si lo fuera, ¿qué podríais hacer? Os insto a todos a que vayáis a HeterodoxAcademy.org, es una organización que fundé con otros profesores para tratar de restaurar la diversidad de opinión. Diversidad de puntos de vista el campus, ése es nuestro objetivo. Así que id allí, tenemos muchos proyectos. Uno es que los estudiantes introduzcan en el gobierno estudiantil una resolución que llame a Duke a convertirse en una universidad heterodoxa. Lo que significa es que se le pida a la administración que adopte los principios de Chicago sobre la libre expresión, que haya una política clara de no obstrucción de las protestas. Por supuesto, la gente puede protestar, pero nunca de una manera que impida que otros hablen o escuchen, eso es intimidación. Y tercero, que la universidad incluya la diversidad de puntos de vista en todas sus cosas, en todos sus escritos sobre… Eso es todo. ¿Apoyaríais eso? Sometedlo a votación, dejad que en Duke se hable sobre esto y a ver qué sucede. Entonces, en conclusión, hay dos formas muy diferentes de pensar sobre la vida intelectual que se remontan a 150, 200 años. Han dado lugar a dos formas muy diferentes de pensar acerca de las universidades y estoy encantado de que todos se hayan identificado, o la mayoría de ustedes se hayan identificado, con la visión de John Stuart Mill, en la que el objetivo de una universidad es comprender el mundo. Porque sólo si te comprometes con la verdad, creo, puedes lograr la justicia.

Gracias.

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