Los no-vacunados son nuestra desgracia

Por lo que todo el asunto carece de lógica. Yo me pregunto, ¿quién perjudica a quién? Si las vacunas son efectivas, si realmente tienen un efecto inmunizador o al menos suavizan el proceso de la enfermedad los vacunados no tendrían que tener ningún miedo de los no-vacunados, pues están protegidos. Pero si la vacuna no garantiza que se pueda transmitir el virus, los vacunados tendrían que tener tanto miedo de los otros vacunados como de los no-vacunados. Todo esto ya no es realmente lógico.

Henryk M. Broder

La campaña de acoso y derribo contra los no-vacunados que estamos presenciando en estas últimas semanas tanto en España como en el resto de Europa sólo puede ser históricamente comparada con la persecución a la población judía en la Alemania de principios de los años 30 del siglo pasado.

De hecho, es Alemania el país que ha iniciado con mayor ferocidad la estigmatización y la caza despiadada contra todas las personas que, haciendo uso de su libertad, no han considerado necesario inocularse un medicamento en fase experimental contra una enfermedad, cuya letalidad es semejante a la de la gripe estacional.

El pistoletazo de salida para la persecución de los no-vacunados lo dio el ministro de sanidad alemán, Jens Spahn, el 3 de noviembre de 2021, cuando afirmó que “estamos viviendo actualmente una pandemia de los no-vacunados”.

El hecho de que Spahn tenga estrechas relaciones con la industria farmacéutica parece que no es óbice para que nadie sospeche que sus constantes arengas a la vacunación indiscriminada y sus condenas a los que no desean inocularse son reflejo de un evidente conflicto de intereses.

Asimismo, que se sepa por medio de la propia prensa oficial que las vacunas no son efectivas, que las UCIS las están copando los vacunados y que la mayoría de los contagiados son precisamente los que han aceptado ponerse una, dos e incluso tres dosis parece no importar a nadie dentro de esta paranoia colectiva que estamos viviendo y que, lejos de ser una cuestión médica, se está convirtiendo en algo completamente siniestro.

Tan sólo hay que coger un diario alemán al azar para darse cuenta de cómo se ha ido gestando toda esta situación actual de presión contra los no-vacunados y qué es lo que está sucediendo ahora con toda esta serie de restricciones, discriminaciones y privaciones de libertad que Alemania está a punto de introducir y que, posiblemente en breve, se implante en el resto del continente europeo.

Tomemos como ejemplo el Lübecker Nachrichten, edición del 9 de noviembre de 2021.

Página 1: El presidente de la Asociación de docentes de Schleswig-Holstein, Heinz-Peter Meidinger alerta de que “hay terribles incidencias en los grupos de niños y jóvenes”. Por su parte, el redactor de la noticia, Hannes Lintschnig, sostiene que “los estudios [sin citar ninguno en concreto] muestran que la obligación de llevar mascarilla hace más seguras las escuelas” y recoge el testimonio de la ministra de educación de Schleswig-Holstein, Karen Prien, según la cual no hay que permitir que sean los niños y los jóvenes las víctimas de los adultos que no se quieren vacunar.

Página 2: Artículo de opinión de Eva Quadbeck: “Las UCIS están más llenas este año que en el 2020 por estas fechas. Casi dos tercios de la población tienen una protección sólida contra el virus gracias a la vacuna […] El tercio restante, niños y no-vacunados, están experimentando lo que muchos expertos habían predicho: la pandemia de los no-vacunados”.

Página 2: Artículo “Die Ampel, Corona und die Reform” en el que se critica que lo único que permita el nuevo gobierno alemán que está a punto de constituirse sea “la obligación de la mascarilla, normas de distanciamiento y 2G / 3G”1.

Se recoge el testimonio del presidente de los médicos alemanes, Klaus Reinhardt, quien defiende la tesis de que restringir el acceso a determinados eventos sólo a vacunados o recién curados de la enfermedad es un buen método para incitar a la vacunación. Para actividades con un especialmente elevado riesgo de infección, como ir a la discoteca, Klaus Reinhardt exige incluso la obligación de hacer un test a los vacunados.

Página 3: Artículo “Vacunado, curado y aun así contagioso”. De aquí se extraen los siguientes párrafos:

“A partir de informes de los EE.UU. y de Israel se confirma que también los vacunados se pueden infectar y transmitir el virus. Pero si el 2G no puede impedir las infecciones: ¿es entonces sólo un método de presión contra los no-vacunados?”

“La protección exterior de la vacuna es mucho menor de la que los científicos pensaban en un primer momento”.

“Entre los casos sintomáticos de Covid-19 entre mayores de 60 años un 60% están completamente vacunados. En el grupo de 18 a 59 años, en los que la vacuna no es tan reciente, es un 40%”.

“Un nuevo estudio de Lancet Infectious Disease acredita que la carga viral de los infectados vacunados es tan alta como la de los no-vacunados. La vacunación no causa en este caso diferencia alguna”.

“La vacunación es sólo una autoprotección”.

“No obstante, los científicos encuentran sensata la norma 2G, puesto que el peligro de infectar en vacunados es considerablemente más bajo que en los no-vacunados”.

“Un vacunado puede infectar sólo durante tres días, un no-vacunado durante siete”.

“Los no-vacunados en eventos de 2G pueden verse infectados por vacunados y enfermar gravemente”.

“También en las UCIS hay cada vez más vacunados: en mayores de 65 años son ya un 35%. No obstante, si se observa el elevado número de vacunados en este grupo, los vacunados en las UCIS están claramente infrarrepresentados, es decir, están protegidos”.

“La conclusión es, por consiguiente, tan sencilla como complicada: los vacunados pueden contagiar, pero menos que los no-vacunados. La desigualdad de trato que esto justifica es, en última instancia, sólo en parte una cuestión médica y, sobre todo, política”.

En el mismo diario encontramos al día siguiente una noticia en la página 9 de la que destaca el siguiente párrafo:

“En comparación con el lunes hay, según informa la ciudad, 34 nuevos infectados confirmados por laboratorio. En la actualidad hay 277 personas enfermas.

[…]

Actualmente hay más vacunados -146- que no vacunados o no completamente vacunados -131- entre los 277 enfermos activos. En ambos grupos la mayoría de los infectados presentan síntomas: 116 en el primero, 103 en el segundo”.

Y a pesar de todos estos datos oficiales es Alemania el país en el que ahora mismo se hacen controles a los estudiantes en las universidades para comprobar cuál es su estatus (3G): en algunas de ellas que no sólo han prohibido ya de manera oficial el acceso a los no-vacunados, sino también la participación en actividades complementarias como, por ejemplo, los cursos de idiomas extranjeros. Esto es: si no estás vacunado, no puedes estudiar una lengua extranjera en la universidad.

Asimismo, en Alemania en breve se impondrá el llamado 3G en los puestos de trabajo y, lo que es todavía más preocupante, en los medios de transporte. Es decir, si no estás vacunado, “curado” o te realizas un test diario no podrás coger un simple autobús o el metro para ir al trabajo, donde te exigirán de nuevo que demuestres cuál es tu estado de salud en relación con el Covid-19.

Todo esto, por supuesto, con la complicidad explícita de los sindicatos alemanes, que apoyan las medidas “sanitarias”, unas medidas que, en algunas empresas, ha llevado a segregar a los trabajadores en las cantinas entre vacunados y no-vacunados, una discriminación que ha llegado ya a España y que se celebra como un gran avance en la “lucha” contra un virus que tanto el Ministerio de Sanidad español como la OMS han reconocido no tener ni haber visto jamás.

Por lo que se refiere ya a nuestro país, tenemos el caso de un “médico” colaboracionista, quien afirma, por un lado, que la vacuna impide “pasar por la UCI”, mientras que, por el otro, que “la mayoría de la gente en la UCI está vacunada”.

Y es que, a pesar de estas evidencias científicas y de estos datos, poco se puede hacer para convencer a toda una población que lleva sometida más de año y medio al miedo más irracional, a un temor y a un pánico vital nutrido diariamente por los medios de comunicación subvencionados por el poder.

Lo que sí parece cada vez más evidente es que estamos a las puertas de calificar de peligrosa la vida de los no-vacunados: su existencia se les va a hacer paulatinamente más complicada e insoportable, al ser considerados socialmente como una amenaza a combatir. Sólo el arquitecto, el guionista de toda esta situación pandémica sabe cómo acabará todo esto. Sin embargo, una cosa parece segura: la divisa de este 2021 va a ser, parafraseando un famoso dictum contra los judíos, que

Die Ungeimpften sind unser Unglück


1 2G es la abreviatura de “Geimpft” (vacunado) y “Genesen” (curado). 3G es la de “Geimpft”, “Genesen” y “Getestet” (persona con test). La discusión actual en Alemania gira en torno a pasar de 3G a 2G con el fin de obligar y de forzar a la población no-vacunada a que se inocule la terapia génica de BioNTech, que es la que se produce y se comercializa en el país.


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